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A 92, IDEAL de Almería Domingo 24 de agosto de 2014 |
Luis García Berlanga dirigió
en 1978 "La escopeta nacional", la primera cinta de una memorable
trilogía sobre la aristocrática y singular familia del Marqués de Leguineche. Un
retrato crudo, divertido a rabiar y sobre todo ácido, de la clase empresarial y
de la política del tardofranquismo.
La política cortijera en los
cortijos ha sido y sigue siendo una práctica que algunos dirigentes han
empleado desde tiempo inmemorial en Andalucía para abordar con cierta
tranquilidad, entre buenos caldos y suculentos manjares de campo, asuntos
alejados de los focos de la publicidad y las miradas incontroladas de los
periodistas.
Los negocios adjudicados a
medida, el oscuro dinero de las comisiones, incluso asuntos de alcoba, fueron
ingredientes que siempre confluyeron en esos escenarios camperos de fin de
semana, donde gentes de todo pelaje político y condición se reunían en franca
camaradería.
En Sevilla, sin ir más lejos,
durante años, ha sido la comidilla en ciertos cenáculos las andanzas de un destacado
gobernante socialista- actualmente en el candelero- muy aficionado a las
monterías, como personaje habitual de esos aquelarres de zurrón y escopeta. Se
ha contado, sin que lógicamente se pudiese demostrar nunca, una anécdota que en
manos de Berlanga hubiese hecho las delicias de los espectadores de sus
películas.
Era invierno, hacía frío, y
uno de los participantes en la montería pidió que le prestasen un abrigo para
salir al puesto asignado. Cuentan los que saben de estos temas que existe un
código no escrito en estas actividades donde la propiedad privada desaparece.
Todo se comparte sin mayor problema, menos el arma -y la amante-. Eso parece
que es ley en las monterías. Fue cuando alguien le sugirió que cogiese un
chaquetón colgado en una de las perchas de las amplias dependencias del lujoso
cortijo. Pero cual no sería la sorpresa del friolero cazador cuando, una vez en
el puesto, notó algo abultado en el bolsillo izquierdo de la prenda, junto al
corazón. Metió la mano y encontró un enorme fajo de billetes grandes y de curso
legal. No sabía quien era el propietario del anorak, pero al final de la
jornada, invadido por la curiosidad, comprobó que el dueño de la prenda era el
dirigente político socialista. A esa persona sorprendida por el hallazgo, que
luego contaría discretamente la extraña anécdota y por eso trascendió, no le
pasaría desapercibida la gran amistad entre el político del abrigo, con mando
en plaza entonces en la Junta, con el empresario dueño del cortijo y del coto
de caza, a quien le facilitó numerosos negocios en la época gloriosa de las
vacas gordas y del descontrol presupuestario.
Yo mismo he sido testigo, en
otros cortijos andaluces, de como a principios de la primera década del siglo,
se congregaban empresarios y políticos de derechas o de izquierdas, en
encuentros supuestamente "gastronómicos" y de relaciones públicas,
donde lo que menos importaba eran las viandas y los caros vinos a degustar.
Pero ostensibles "apartes" vaticinaban operaciones económicas que,
meses más tarde, se materializaban en los boletines oficiales. O, transcurridos
muchos años después, en los papeles sumariales de la jueza Mercedes Alaya.
Amat y su cortijo.
Esta semana, un cortijo,
propiedad del político más rico de la derecha almeriense, ha vuelto a la escena
informativa. En secreto o, por lo menos con la mayor discreción, Gabriel Amat,
alcalde de Roquetas, presidente de la Diputación y del PP de Almería, ha
logrado reunir en su cortijo particular a un puñado de empresarios entorno a la
figura del nuevo líder regional del PP andaluz, Juanma Moreno Bonilla. Contó el
viernes en este periódico el
corresponsal de IDEAL en Roquetas, Julio Valdivia, que "el
encuentro fue organizado de forma discreta por parte de Amat (...) Al mismo
asistieron comerciantes, hosteleros, armadores del sector pesquero, empresarios
agrícolas y representantes de asociaciones de mayores y mujeres, así como de
Cruz Roja y Cáritas". Ni que decir tiene que los asistentes le plantearon
al jefe de filas del PP andaluz los grandes y eternos problemas que padece la
economía del lugar en materia de comunicaciones, el turismo, el cierre temprano
del Aeropuerto o el "todo incluido" que algunos ya traducen como el
turismo del mileurismo o lo que antiguamente se llamó "turismo de mochila
y alpargata".
Desde luego en esta reunión cortijera lo que más
tranquiliza es el aval de dos oenegés
de prestigio como Cáritas y Cruz Roja, seguramente como observadores
independientes, para dar fe de que nada oscuro se tramó en el encuentro campero
de Roquetas.
Pero el asunto tiene su vertiente política, sin
duda. Y afecta de lleno a la imagen de Moreno Bonilla, que acaba de estrenar
Director de Comunicación - Dircom- y al que innecesariamente se le ha metido de
hoz y coz en el cortijo particular de Amat. Esa es la clave política de este
asunto en un dirigente que tiene la boca seca de clamar por la transparencia en
la acción política de los adversarios. ¿Se puede pedir transparencia cuando se
protagonizan reuniones en cortijos privados para abordar asuntos que interesan
al conjunto de la sociedad?. Bonilla, por lo que parece, ha sido políticamente
secuestrado en Almería por Amat, "el hermano mayor" de Javier Arenas,
un hecho que debiera interpretarse en clave interna popular donde parece que se
afilan las navajas -o se municionan las escopetas- a la hora de la irremediable
sucesión del veterano dueño del cortijo del PP almeriense.
A todo esto, Bonilla, se ha comprometido a
buzonear propuestas de solución a los problemas en el Parlamento de Andalucía o
ante el Ministerio de Fomento. Pero ha seguido callado a la hora de opinar
sobre la imputación del segundo alcalde más importante de la provincia, Paco
Góngora en El Ejido por supuestos delitos fiscales, o por la petición de
imputación de Fiscalía del propio Amat en el caso La Fabriquilla. Allá Moreno
Bonilla con su estrategia política en Almería, pero debiera saber que el PSOE-A
ha decretado su acoso y derribo. Que el jefe de filas del socialismo
almeriense, Sánchez Teruel, se haya limitado a llamarle "señorito" en
Twitter -un nivelazo en la critica política- no le eximirá de la sal gruesa que
le tiene preparada Susana Díaz y su partido en la reentré política de
septiembre.
LA
CUAJADERA
Turismo en
Roquetas
Unidades móviles de TV en directo, crónicas radiofónicas,
artículos en prensa, despachos de agencia, videos caseros con baños como
zahúrdas... En solo dos días, un hotel, un solo hotel, se ha cargado la
millonaria inversión publicitaria que Gabriel Amat ha destinado en los últimos
dos años a la promoción turística de Roquetas de Mar. Como hay imágenes que
valen más que millones de palabras, la rebelión de la clientela del Hotel
Bellavista Mar, propiedad del socio de la familia Amat, Miguel Rifá y
gestionado por Vita Hotels- con su presidente en prisión-, ha echado por tierra
la imagen turística de la localidad, esa misma que, a buen precio, han cantado
en estos meses ilustres comunicadores de este país. Y no solo este puntual
incidente. El malestar del comercio roquetero, denunciando las consecuencias
del "todo incluido", ha puesto sobre el tapete algo más grave: que la
política turística en Roquetas del equipo de Amat la ha convertido en un
destino turístico de baja calidad, cuyos resultados para el sector pueden ser
aterradores y demoledores a medio y largo plazo.
Inspectores
que no inspeccionan
A todo esto, el conflicto del Bellavista Mar,
también ha dejado en evidencia en materia turística la política inspectora de
la Junta de Andalucía en Almería. Que solo tras la algarada de los clientes
apareciesen los inspectores de Turismo, levanta sospechas y genera
interrogantes. Por ejemplo ésta: ¿Está participando el consejero de Turismo,
Rafael Rodríguez (IU), de la tradicional omertá
reinante en el bipartidismo almeriense para no haber actuado antes desde su delegación?
Periodismo
incómodo.
A Gabriel Amat no le gusta el periodismo que no
controla. O sea, el periodismo que no puede someter a control a cambio de las
inversiones publicitarias en medios con dinero de todos. Esta semana vetó en
una convocatoria con Moreno Bonilla al diario IDEAL y, con menos vergüenza política
que un gato en una matanza, lo justificó con estas palabras: "Puede que no la recibieran (la
invitación) o puede que no les gustara recibirla y han dicho que no la habrían
recibido". Y encima mentirosos, le dijo el cazo a la sartén.
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