viernes, 26 de octubre de 2012

EN “EL LOCO SOY YO”, JESÚS QUINTERO NOS PONE EL RETROVISOR.


Conocí a Jesús Rodríguez Quintero días después de un escándalo suscitado a cuenta de unas actuaciones musicales en la Plaza de España de Sevilla, de las que él era productor a principio de los ochenta. Estaba en baja forma; el hecho de empezar a ser la estrella nocturna de la radio pública, le había convertido en una especie de pim pam pum contra el que todos disparaban gratuitamente. Su estado de ánimo estaba por los suelos. Me contó su versión de todo y, aunque lejano en el tiempo, sino recuerdo mal Quintero no era el responsable directo de lo sucedido.
En aquella charla, convertida en terapia de tarde frente a dos cafés, “El loco” me deslizó que no dudaría, si se presentase la ocasión, dejar RNE e irse, como estrella consagrada de las ondas que ya era, a otra cadena como la SER.
Tardé muy poco en contarle a mi director, Angel Botana Sabugueiro, la predisposición de Quintero por dar el salto, preocupados como estábamos en la SER por el vacío dejado en la noche por Jose María García. Botana habló con Eugenio Fontán, director general y éste autoriza una prospección económica entorno al personaje; no en vano aquella iba a ser una inversión cuyo retorno económico era bastante improbable. Sería, en todo caso, un programa de prestigio en la antena de la SER.
Vuelvo a hablar con Quintero y, tras varias reuniones en Madrid, la operación acaba cuajando con su llegada a los estudios de la calle Gonzalez Abreu 6 de Sevilla.
Solo una fuente de chorro continuo y un magnífico piano de caoba, repintado con Tintan Lux blanco, fueron el único decorado del mágico mundo radiofónico de la realidad que fue “El Loco de la Colina”. Creó escuela. De esta guisa se convirtió en el último gran innovador que ha tenido la radio española en el siglo XX. Y de eso han pasado ya treinta años. Que ya son trienios.
Tras Carrusel Deportivo de Antonio Calderon/Vicente Marco y Protagonistas de Luis del Olmo, la radio española convencional tiene en Jesús Quintero a su tercer gran innovador con "El Loco de la colina". Trajo la radio intimista, cercana, cruda y real como la vida misma, aprovechándose de una audiencia nocturna desarmada, en la cama y a punto de iniciar el sueño. Quintero aportó durante años, junto a la recuperación del medio como transmisor de Cultura, con mayúscula y también con minúscula, textos antológicos que, necesariamente, ya están en la memoria sentimental de todos, dentro de la banda sonora de la radio española.
De todo eso me acordaba anoche asistiendo al estreno de su obra “El loco soy yo”. Su biografía profesional – la personal la deja de lado- convertida en espectáculo teatral, mitad programa de radio mitad de TV. Su vida, la de un hombre, excéntrico que no loco, que no pasa desapercibido.
Concentrado en casi dos horas de espectáculo, Quintero nos ofrece un revival de la mano de sus muchísimas locuras de estos treinta años, el quinteriano mundo en carne viva y sin complejos. Y con las tetas de una vedette en todo su esplendor. Sin tapujos. También sus personajes, algunos, pocos, en directo con él sobre el escenario: el ex presidiario Montes Neiro, la erotísima Susana Reche o el inefable “Risitas”.
Por una gran pantalla, de vez en cuando, desfila una colección de personajes a los que les hace decir cosas muy diversas. Alegres y chispeantes, trágicas o dramáticas. Sentencias vitales, como las del Beni de Cádiz. Breves píldoras y valiosos testimonios para la historia, como esa Dolores Ibarruri, Pasionaria, rezando el Padre Nuestro, enterito, en Latín y del tirón. Memorable oírla confesar que hasta los veinte años en que se casó “con un camarada”, ella había sido una niña católica practicante y de misa dominical.
Es el mundo real y que se fué el que nos presenta Quintero a través de sus vivencias profesionales, solo parte de sus vivencias, porque quienes le conocemos sabemos que podría contar muchas más cosas (y con más mala leche). “El loco soy yo”, además, nos pone por delante un espejo retrovisor en el que todos aparecemos más jóvenes, más ilusionados, sin saber cuan difícil será el camino para construir una democracia tan imperfecta como la que tenemos hoy. De momento Jesús Quintero se hace el “loco”, pero tras su eterna máscara, tenemos a uno de esos genios contemporáneos bastante irrepetible. En el escenario de su propio Teatro, su sueño, Quintero promete actualizar cada sesión hasta el domingo, tanto su libreto como sus personajes y tras el estreno de esta semana en Sevilla dice que recorrerá toda Andalucía. Vestido de loco, de vagamundo, de perro verde , de cuerda de presos o del mismo Jesús Quintero. Le garantizo éxito de crítica y público, sobre todo si se hace acompañar por la Sra Reche luciendo el mismo modelito que anoche. Y es que Montoro, todavía, no sabe como meterle mano impositivamente al placer carnal o visual de los españoles. Que todo se andará. Circunstancia que, desde luego, debe aprovechar el habilidoso Quintero. Verán que llenazos.

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