Atendiendo a la solicitud de muchos compañeros y compañeras de profesión a través de las RRSS, y para evitar posibles distorsiones o malos entendidos a mis palabras y opiniones por el "boca a boca", reproduzco a continuación el texto integro de mi intervención, ayer viernes 18 de julio, en la Escuela de Verano de la Universidad Pablo de Olavide en Carmona.
Dicha intervención se produjo en el transcurso de una mesa redonda en la que participé junto a dos grandes profesionales del periodismo español: Anabel Diez, Jefa de Sección del diario El País y Esther Palomera, prestigiosa corresponsal política, despedida recientemente del diario La Razón.
El titulo de la Mesa - El Control y la Presión sobre los Periodistas- justificaba sobradamente que por mi parte explicase, a grandes rasgos, dos años después, los motivos reales que se ocultaron tras mi salida - despido- de la Dirección Regional de Onda Cero en Andalucía, tras 19 años en el puesto.
"EL CONTROL Y LA
PRESIÓN SOBRE LOS PERIODISTAS".
Pepe Fernández.
Muy buenos días y muchas gracias, a todos y a todas, por vuestra asistencia a
esta mesa redonda en la "Sede Olavide en Carmona".
Se nos convoca esta mañana, en esta histórica ciudad, donde
además se redactó el primer Estatuto de Autonomía de Andalucía, para cambiar
impresiones sobre "El control y la presión sobre los periodistas".
Un enunciado atractivo, sin duda, en tanto en cuanto quienes
ejercemos el oficio de ser notarios de la actualidad que nos rodea somos- no lo
olvidemos- depositarios y administradores de un derecho fundamental de los
ciudadanos como es el Derecho a la Información. Por nuestras manos, por tanto,
a diario pasa un delicado material como es la verdad, solo la verdad y nada más
que la verdad. Y en tiempo de mentiras, dejó escrito George Orwell, contar la
verdad es un hecho revolucionario. En esa frase puede que queden concentrados
nuestros pecados y también nuestra penitencia.
El control y la presión sobre la información. Dos términos
que en el mundo del periodismo actual hay que distribuir a partes iguales entre
los medios y los periodistas que en ellos trabajamos. Control de los medios, a
través de sus consejos de administración, desde sus cuentas de explotación, sus
concesiones administrativas, incluso sus deberes fiscales o tributarios y,
sobre todo, presión sobre los profesionales
que, a pie de tajo, comprueban habitualmente como se les obliga, no ya a
contar que lo negro es blanco, sino algo más grave todavía: obviar o silenciar
aquellas informaciones que, siendo verdad y de interés general, son incómodas
al poder de turno; el mismo poder político que invierte dinero público,
supuestamente con fines publicitarios y servir a la sociedad, para el control
de los medios y sus contenidos informativos.
El control y la presión. ¿Es similar en la capital del reino
que en el resto de comunidades o provincias? Seguramente las magnitudes serán
distintas, aunque el fondo sea el mismo.
Permítanme que les cuente muy por encima mi experiencia
personal en la penúltima etapa vivida profesionalmente.
Ayer jueves se cumplieron dos años exactos de mi despido en
Onda Cero.
Un 17 de julio, sin previo aviso, ni siquiera tiempo para
recoger mis pertenencias, acumuladas durante 19 años en el despacho de la
Dirección Regional de la cadena en Andalucía -de la que fui uno de sus
fundadores- el Director General de la cadena se plantó en Sevilla y me presentó
la carta de despido y el correspondiente talón con el finiquito. Siempre pensé
que, al igual que me habían sentado en aquel despacho, algún día alguien me
diría que debería abandonarlo. Siempre lo tuve asumido, lo que supuso una gran
ventaja sicológica. Nada es eterno.
Ni siquiera pregunté los motivos del despido porque los intuía,
aunque en ese momento confieso que no tenia los datos y evidencias que, dos
años después, sí poseo. Conste en acta que, siendo duro de asimilar aquel acto
por inesperado, todo transcurrió en un clima correcto y en cierta medida
afectuoso entre ambos.
Abandoné esa tarde las instalaciones por la misma puerta
principal por la que entré el 1 de julio de 1993. Volví al cabo de varias
semanas para empaquetar y recoger mis pertenecías acumuladas durante dos
décadas.
Aquella misma tarde del 17 de julio me cortaron el teléfono
corporativo y también el servicio de correo electrónico. Pagué de mi bolsillo,
por tanto, las despedidas de rigor de mis compañeras y compañeros de la casa.
En realidad mi cese al frente de la segunda cadena de radio
en Andalucía - me la encontré siendo la cuarta en audiencia y en pérdidas-
estaba decidido un año y cuatro meses atrás. Y, desde luego, no por la marcha
de la audiencia ni por cuenta de explotación, por la que cada año resulté
gratificado con el correspondiente bonus complementario.
El 3 de marzo del año 2011, una visita similar del Director
General de la cadena, me trasladó una orden muy concreta que él había recibido
a su vez desde las alturas del Grupo Antena 3: "Olvídate de Almería, deja
los temas de Almería, actúa como si no existiera Almería".
¿Que llevaba implícita esta orden o consigna sobre Almería?
Muy sencillo: desde el año 2007, junto a mi equipo de
periodistas en El Ejido, Almería y Sevilla, habíamos empezado a destapar allí una
trama de corrupción en el PP a gran escala y que, a la postre, la Justicia
acabó denominando "Operación Poniente", dando la razón a nuestras
denuncias periodísticas, apoyadas por la franquicia del diario El Mundo de
Almería.
Millones de euros de dinero público robado, casi un centenar
de imputados, el alcalde de El Ejido y varios empresarios en prisión, fueron
los datos más reseñables, fruto de la acción de la Justicia y de aquella labor
informativa entorno a un proceso que hoy, siete años después, sigue instruyéndose
lentamente en un juzgado de Almería y sin fecha fijada para la vista oral. Un dato, por cierto, verdaderamente alarmante
en un Estado de Derecho.
Siempre consideramos, como se está viendo en la actualidad,
que la corrupción almeriense no solo estaba en El Ejido, sino que se extendía a
Roquetas y al resto de la provincia. Por aquella época, el líder regional del
PP andaluz, Javier Arenas, ya había decidido desembarcar en Almería de la mano
del líder local Gabriel Amat y, desde allí, intentar conquistar la Junta de
Andalucía por enésima vez.
Déjenme decirles que en Almería, aún a día de hoy, la
corrupción político económica goza de una especie de "Ley de
silencio" entre los dos grandes partidos, PP y PSOE; una especie de omertá
por la que ambos no se denuncian mutuamente en los juzgados. Solo pequeños
altercados y sin mayor trascendencia. Algo que, como se ha visto, no sucede en
el resto de Andalucía, leáse Caso Eres por ejemplo.
Como les decía mi mordaza llegó un 3 de marzo y tan solo
quince días después, el 18 de marzo, sufrí un infarto múltiple que me condujo
al quirófano del Hospital Macarena y a la implantación de tres bypass en mi maltrecho
corazón. Ni que decir tiene que al estar varios meses de baja la guillotina se
paró y, también, las soterradas presiones políticas para provocar un cambio
claramente partidista en la línea editorial de la cadena en Andalucía. Algunos
incluso creyeron que no volvería a ejercer por la dureza del golpe de salud,
pero se equivocaron. Siete meses más tarde, en octubre de 2011, tras una
rehabilitación exitosa, volví a mi puesto. Incluso con más ganas que antes,
tras haberle visto de cerca el rostro a la parca.
En lontananza aparecían unas autonómicas y el irresistible
ascenso del líder Arenas al que los sondeos situaban, erróneamente según se
comprobó el 25 de marzo de 2012, en la presidencia de la Junta. !Cuantos trajes
de consejeros se hicieron gentes del PP en esa etapa¡
Las presiones y las consignas aumentaron. Incluso se me
pidió el relevo de mi Jefa de Informativos, cese al que por supuesto me opuse
en tanto yo fuese el director. "Cesarme a mí antes" llegué a decirle
entonces a mi presidente. De igual forma se nos obligó a ir de la mano
editorialmente del diario La Razón que, sin formar parte oficialmente del Grupo,
ejercía gran influencia editorial en la tele y en la radio a través de su
presidente Mauricio Casals, el hombre que velaba editorialmente en el Grupo
Antena 3 por los intereses de comunicación del PP. Un tipo, por cierto, muy
amigo de Javier Arenas y ambos sabrán de qué y por qué.
Podría entrar en infinidad de detalles sobre las múltiples
presiones y consignas recibidas, siempre para favorecer las necesidades
informativas del PP, cuyos responsables en Andalucía nos puenteaban
habitualmente y recurrían sistemáticamente
a Madrid para imponernos su criterio y sus manejos informativos en los
contenidos de la redacción. No se fiaban de un director que, por sistema,
siempre defendí la libertad de mis compañeros periodistas frente a los aparatos,
presiones y criterios de los partidos o clanes de intereses. Unas consignas,
todo sea dicho de paso, que nunca trasladé a mi equipo de redacción- y ahí siguen
todos para atestiguarlo- en tanto que siempre avalé su trabajo profesional
desde la calidad, la pluralidad y la independencia, las únicas consignas, por
cierto, que escuché encantado de boca del dueño de la cadena, el editor José
Manuel Lara Bosch en sus visitas a Sevilla.
Fue tanta la osadía del PP andaluz de Javier Arenas por
intentar controlarnos que, a cambio de una pequeña inversión mensual en la
cadena regional, me plantearon firmar un convenio- que me negué a suscribir,
por supuesto- que en una de sus clausulas imponían la selección de contertulios
a participar en nuestros programas regionales de opinión.
Confieso, sin embargo, mi única frustración a la hora de
poder evitar, en junio de 2012, el caprichoso despido de la delegada de la
emisora de El Ejido, Eva Liria, la periodista que años atrás había destapado la
"Operación Poniente" en Almería y que fue despedida, por indicaciones
políticas directas del PP almeriense, poco antes de mi cese. Por supuesto con
financiación institucional abundante de por medio de los populares desde
ayuntamientos y la Diputación de Almería. Una decisión que consideré injusta y
que tensionó sobremanera mi relación con la cúpula de la cadena debido a mi
oposición a un despido injustificado profesional y empresarialmente.
Grosso modo esta fue mi experiencia final en Onda Cero, a
propósito de la temática que hoy nos reúne aquí.
Tras abandonar la
dirección regional, fue cesada la Jefa regional de Informativos, también por
indicaciones del PP. Pero esas cosas no solo sucedieron en Onda Cero Andalucía,
también en otros medios radiofónicos. La misma suerte que yo corrió el Jefe de
Informativos de Cope Andalucía, que fue despedido a petición del alcalde de
Sevilla, Juan Ignacio Zoido, entre otras cosas por dar voz a los trabajadores
en una huelga de basuras en Sevilla.
Ni que decir tiene que a cambio de estas escabechinas entre
los profesionales de los medios, las inversiones de publicidad institucional
aumentaron desde administraciones del PP en proporción a la disminución de la
libertad y el pluralismo en el derecho a la información de los oyentes.
Una práctica, desgraciadamente, que no es patrimonio de la
derecha. También en el PSOE se han dado casos, pero por lo que yo he conocido
en mis últimos veinte años de director, con mucha menos virulencia en el medio
radio y, desde luego, menos crueldad para con los profesionales. En la época de
Manuel Chaves al frente de la Junta, el PSOE, castigaba a las empresas de comunicación
no invirtiendo en publicidad institucional que repartía de forma caprichosa
junto a frecuencias de emisión a los medios que se portaban bien con los
intereses del PSOE. Onda Cero fue una de las castigadas. También, en la etapa
del alcalde socialista Monteseirín en Sevilla, algún editor de prensa entregó
la cabeza del director de un periódico, tasada en medio millón de euros. Yo
renuncié a una fuerte inversión municipal por no entregar "la cabeza"
de un colaborador llamado Paco Robles.
No exagero si afirmo que, a día de hoy, el poder político en
Andalucía ha conseguido domesticar y someter al periodismo. Entre otras cosas
porque los autores materiales de estas tropelías se han permitido presumir
posteriormente en público de sus hazañas, con el único objetivo de intimidar a
la profesión, para que se sepa quien manda de verdad en los medios y en los
periodistas.
Estos ejemplos entorno al ejercicio del periodismo en
provincias, nos da pie para preguntarnos esta mañana por numerosas cuestiones
que dejo sobre la mesa para que, tanto Anabel (Diez) como Esther (Palomera), si
lo consideran oportuno, entren en materia.
-¿Este tipo de presiones se ejercen solamente en provincias
o en Madrid también se cuecen habas y más gordas?
-¿Qué hacen o qué podemos hacer los periodistas para evitar
el manejo de nuestro trabajo por parte
de los políticos?
-¿Por qué el periodista es el único trabajador que,
normalmente, no es defendido desde el resto de los medios y, muchas veces, ni
siquiera por los sindicatos o las asociaciones profesionales?
-Admitir y tragar con este tipo de prácticas de control de
los periodistas ¿podría estar en el fondo del desprestigio ante la ciudadanía
de nuestra profesión en la actualidad?
-Al igual que está sucediendo en el ámbito político, ¿el
periodismo debiera hacer autocritica de todo aquello que nos ha alejado de
nuestra labor de administradores de un derecho fundamental como es el de la
información de los ciudadanos?
Cuestiones todas ellas que nos preocupan no solo a los
periodistas, también a la sociedad a la que servimos.
Muchas gracias.
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