Susana Díaz ha cumplido sus
primeros cien días en el sillón del Palacio de San Telmo como presidenta de la
Junta de Andalucía. Son los tres meses de rigor democrático que se le suelen
dar a un gobernante para proceder a evaluar cómo lo está haciendo en su nuevo
cometido. No obstante, la actual presidenta, lleva entre los muros del viejo
Seminario Diocesano un año, siete meses y diez días con sus respectivas noches
- 589- ya que ese es el tiempo transcurrido desde que el ejecutivo de Pepe
Griñán tomó posesión, un siete de mayo de 2012.
Su nombramiento como Consejera
de la Presidencia, con más peso político entonces que el vicepresidente
comunista Diego Valderas, presuponía que nada de lo que hiciese aquel gobierno
de coalición, le iba a resultar ajeno como así ha sido. Ya entonces se la
consideró la persona más influyente del ejecutivo, con un presidente Griñán que
al cabo de tan solo un año anunciaba su intención de no volver a presentarse a
la reelección. O lo que es lo mismo, entrado el verano su anuncio de junio se
convertiría en una dimisión provocada por las noticias que le filtraron desde
el Prado de San Sebastián (sede de los Juzgados de Sevilla) en las que le
vaticinaban la intención de la Jueza Mercedes Alaya de imputarle en el escándalo
de los Eres.
El ejecutivo surgido de las
urnas del 25 de marzo de 2012, contra todo pronóstico, ha estado sumido por
tanto en una dinámica centrada más en el arreglo de la sucesión partidista que
en las tareas de gobierno. Todo ello sin olvidar el papel jugado por un
resentido y frustrado PP al que le costó un año largo asumir que, habiendo
ganado las elecciones con Javier Arenas al frente, no pudo formar su ansiado gobierno.
Y ese resentimiento, trufado de incontrolada rabia más que evidente, se
transformó por parte del ejecutivo de Mariano Rajoy en una sistemática tarea de
oposición al bipartito de izquierdas andaluz con provocaciones, amenazas, recortes y
recursos judiciales de todo tipo. A la derecha española no le quedaba otra
salida que hacer tarea de oposición desde Madrid, tras comprobar como sus
ejércitos sureños caían en la depresión tras la jubilación política de Arenas,
el mismo que había perdido un montón de elecciones autonómicas con anterioridad.
Mientras todo esto sucedía en
los cuarteles de la alta política andaluza y española, en la calle, la gente,
la que un día integró la clase media andaluza, observa indefensa como se
volatiliza el denominado "estado del bienestar" y el paro aumentaba
escandalosamente día tras día, llevando las cifras por encima del millón de hombres y mujeres solo
en nuestra comunidad.
En este contexto de
degradación económica y social, el aparato del PSOE impulsó un proceso de relevo interno
mediante unas "primarias exprés" que, como no podía ser menos, acabó
ganando por goleada la Sra Díaz quien, tiempo atrás, había dirigido con mano de
hierro la Secretaría de Organización del partido, sentada siempre a la derecha
de Griñán, también en la sede socialista San Vicente.
Vistos los resultados habrá
que reconocerle al ex presidente su acierto al nominar sucesora a su entonces
número dos en el ejecutivo. Eso lo reconocen, incluso, quienes desde dentro del
propio partido criticaron el método y las formas empleadas, carentes, dijeron,
de democracia interna e igualdad de oportunidades. Los mismos que, en el
congreso extraordinario a "la búlgara" de Granada, se rompían las manos
de tanto aplaudir públicamente a la flamante lideresa.
Y comenzaron a contar los cien
primeros días de la nueva dirigente, a la que solo conocían de verdad la
militancia del partido en Sevilla, por haber sido promocionada en los últimos
años por dirigentes capitalinos como Pepe Caballos, José Antonio Viera e
incluso el propio ex alcalde de Sevilla Alfredo Sánchez Monteseirín.
Darse a conocer
La primera prioridad de la
Presidenta de la Junta fue darse a conocer ´urbi et orbe´, esto es, ante toda
España apoyada por la más importante organización del PSOE, la andaluza. Hasta
la derecha y sus más destacados voceros mediáticos acabaron piropeando sin
rubor y sin complejo a la nueva dirigente andaluza, en la mayoría de los casos
con el ánimo interesado de desgastar al veterano y chamuscado Alfredo Pérez
Rubalcaba. Todo ello ante la desesperación de los cuadros más destacados del PP
andaluz, sumidos en una grave crisis de liderazgo en la que continúan a día de
hoy.
Junto a sus apariciones en la
capital del Reino, Susana Díaz, creyó también prioritario amarrar a los medios
de comunicación privados que operan en Andalucía. Ahí quedó una millonaria
dotación presupuestaria en publicidad institucional, convenientemente
repartida, que le iba a suponer a la postre rebajar el tono crítico de muchos medios,
antaño combativos contra el PSOE y sus predecesores.
Para redondear el amarre
mediático, Díaz, tocó alto y mantuvo reuniones con los más importantes
editores. A uno de ellos, que había jugado descaradamente antaño en favor del PP, tan
solo le pidió que no le atacasen en aspectos de su vida privada. Que entendía
la crítica política, pero que no estaba dispuesta a aceptar los ataques a su
vida personal y a su pasado académico. Un discurso, convendrá reseñarlo, nada
incómodo de suscribir para quienes, a cambio de prebendas en mitad de la crisis
del sector, no tardaron en impartir consignas al respecto en sus respectivas
redacciones.
Dos discursos han destacado en
estos tres meses en la voz y la sonrisa forzada de la Presidenta. Por un lado
su proclamada tolerancia cero con la corrupción y por otro su posición
incuestionable en materia soberanista, llevando mediante la fuerza de la
organización andaluza que la respalda, a reconducir al propio PSOE y al PSC en
el Principado.
En el primer aspecto, el de la
corrupción y la transparencia, fue aplaudido por casi todos un primer gesto
personal que dejó en evidencia al gobierno de Rajoy, sumido en las mentiras y
sobres en "B" del Caso Bárcenas/Gürtel.
Susana Díaz realizó ante el
Parlamento de Andalucía, junto a su Consejo de Gobierno, un desnudo fiscal y
patrimonial que, según proclamó, iba a ser seguido por todos los diputados y
diputadas del Grupo Socialista en la cámara autonómica. Pasado los meses, aquel
compromiso de los parlamentarios andaluces del PSOE, ha quedado olvidado y disuelto
como un azucarillo en un vaso de agua. Nadie del PSOE-A, que se sepa, ha
llevado al Parlamento sus declaraciones de renta y patrimonio. Por algo será,
puede pensar la opinión pública.
No obstante, la Presidenta
siguió instalada en su discurso anticorrupción proclamando a los cuatro vientos
su disposición a propiciar aire limpio y fresco en la nueva etapa que se
iniciaba en la política andaluza. Cierto es que en el gobierno formado procuró
contar con personas no contaminadas por los escándalos; otra cosa bien distinta
fue a la hora de conformar la nueva Comisión Ejecutiva Regional del PSOE-A,
donde parece que le resultó verdaderamente difícil separar el grano de la paja.
Susana Díaz, parece evidente,
ha marginado conscientemente a quienes se mancharon las manos, no a quienes
estuvieron cerca de la pringue y miraron para otro lado en los años de
latrocinio, saqueos y descontrol de los dineros públicos.
En este punto a lo máximo que
ha llegado ha sido a no nombrar consejero a uno de los dirigentes socialistas provinciales al que le habría hecho promesas previas, tras descubrir que su nombre aparece
en un sumario que actualmente investiga un juzgado de Sevilla a cuenta del
escándalo de las obras de mejora de regadíos en las Marismas del Guadalquivir donde, por
cierto, el juez acaba de citar a los primeros imputados en la Causa para el
arranque del próximo año.
La herencia
Susana Díaz, a la que nadie
discute su inteligencia y su astucia política más que contrastada, sabe
perfectamente que las cusas judiciales más llamativas que tiene sobre su mesa
son, como gráficamente la ha definido el ex juez Zoido, consecuencia de la
política ejercida y permitida por sus "mayores" - Chaves,
fundamentalmente- entorno a lo que quedamos en llamar "red clientelar del
PSOE en Andalucía". ("Caso PSOE" lo ha llamado Zoido)
Los Eres, Invercaria y los
millones de la concertación social, parece que se utilizaron para comprar la
paz social y, de paso, amarrar unas fidelizaciones partidistas que explicarían
en gran medida, según la oposición, los éxitos electorales del PSOE-A en la
mayor parte de las provincias andaluzas en las últimas décadas.
A Díaz le toca bregar con esa
herencia, que tan bien conoce por otra parte, y de la que difícilmente puede
salir airosa a pesar de sus discursos oficiales contra el saqueo y pronunciados con tanta
contundencia.
El caso UGT es, sin duda, el
toro más difícil al que se ha enfrentado la Presidenta en estos primeros cien días
de Gobierno. Sabiendo como sabe el papel
jugado por el sindicato "hermano" en la ultima campaña electoral,
verdadero motor junto a CCOO para activar y movilizar el voto de izquierdas, su
papel de cirujana se le presenta más complicado de lo que trasluce su discurso
en favor de la transparencia y la recuperación del dinero público mal empleado.
He ahí su gran prueba de fuego donde se enfrenta a una disyuntiva complicada y
para muchos suicida: salvar al sindicato UGT o servir a los intereses generales
de los ciudadanos. No parece existir término medio, puestas como están las
cosas.
Los socios
Por otra parte Díaz no debe
olvidar a sus socios de gobierno. Porque una cosa es entenderse con Diego
Valderas, dirigente amortizado para una gran mayoría de cuadros de IU, y otra
bien distinta es ponerse de acuerdo con Antonio Maíllo, cuyo discurso mantiene
el anclaje en las históricas posiciones de la coalición de izquierdas, aquellas soflamas y
denuncias que tanto inquietaban e irritaban a Manolo Chaves en el Parlamento
andaluz. Maíllo ha hablado de "marketing" al referirse a la
celebración de los primeros cien días del nuevo gobierno, entre otras cosas
porque sabe que en el análisis también entra valorar la incómoda labor de
comparsa que a IU le ha tocado jugar en esta etapa. También perciben como
socios de gobierno que su electorado empieza a discernir claramente las
diferencias reales que se visualizan entre la acción del gobierno andaluz y los
discursos de Cayo Lara en el Congreso. IU, que como el PP tampoco tiene un
candidato nominado, ve sin embargo como la tendencia de los sondeos les
vaticinan subidas históricas y no parecen dispuestos a echar por la borda ese
capital electoral que se disputará con el PSOE. Sí, Susana Díaz tiene
formalmente la llave de la convocatoria electoral adelantada, pero no conviene
olvidar que IU puede forzar ese adelanto electoral, simplemente dejando caer un
gobierno cuya acción deje en entredicho su discurso de regeneración y lucha por
los más débiles, no por las castas.
Mientras, en las calles, por
las noches, cientos y cientos de andaluces rebuscan en las basuras para poder comer y
sobrevivir. Mientras, las listas del Servicio Andaluz de Empleo, aumentan a
diario de manera escandalosa. Mientras, miles de parados se quedan semanalmente
sin prestación por desempleo. Mientras, en tantos y tantos hospitales
andaluces, los pacientes ven como sus vidas corren peligro por los recortes o
privatizaciones encubiertas. Mientras, los hombres y mujeres de la función
pública, ven como se les recorta su sueldo y sus horas de trabajo en claro
detrimento de su labor y eficacia social. Mientras todo esto sucede, la
presidenta celebra sus primeros cien días al mando de una nave administrativa y
política cuyo fin de trayecto se presume bastante incierto.
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