Cuando faltaban aún casi tres
años para la caducidad oficial de la legislatura, el presidente Griñán, ha
anunciado que no se presentará nuevamente y, además, que abre un proceso
sucesorio a través de unas primarias por la vía más rápida
posible, un mes.
La decisión de abrir en canal
al partido en Andalucía, una vez más tras aquel inesperado congreso regional
que impulsó Griñán contra la opinión de Chaves, ha sido contestada ampliamente
desde sectores críticos internos, minoritarios en la Agrupación andaluza y por
algunos dirigentes federales del partido de forma aislada. Oficialmente la
Ejecutiva ha dado respaldo a lo que haga Griñán, como diciendo, allá él en su
feudo.
Democratizar la nominación
del candidato o candidata a la presidencia de la Junta por parte del PSOE,
parece que ha sido el gran estandarte utilizado por Griñán para justificar lo que
está por suceder en el PSOE-A en menos de un mes, veinticuatro días mal
contados. Y lo hará él, que fue nombrado “a dedo” por su ex amigo Manolo
Chaves, según ha reconocido públicamente. El mismo que, días después, le pedía
públicamente a Rubalcaba que le imitase, y que debía pronunciarse cuanto antes
sobre si se presentará o no a las próximas generales.
Tras los primeros pasos de la
campañita de los tres candidatos en
liza, cabe preguntarse un par de cosas. Primero si la prometida neutralidad del
presidente será personal e intransferible o por el contrario se traslada a
todas aquellas estructuras del partido en las que manda o influye la figura del
Secretario General, cargo del que, de momento, no se desprenderá Griñán.
Ya se ha visto como a Luis
Planas se le negó inicialmente la sede de su agrupación cordobesa para
presentar esta tarde su candidatura. (Susana eligió, pagando 1.200 euros, el
Hotel Antequera Golf, donde el ex consejero Paulino Plata ejerce gran
influencia desde que fue alcalde de la simbólica ciudad)
Y en segundo lugar interesa
saber si Griñán está convencido de que una verdadera democracia interna
brillará en todo este proceso, con tan corto espacio de tiempo para el debate y
la confrontación de proyectos e ideas. Sobre todo porque si había alguna duda,
ayer mismo en Antequera, la opinión publica, pudo visualizar cómo partido y
gobierno se volcaban con la candidata oficialista.
Es evidente, se oye en el
seno del PSOE-A, que la partida está comenzando con las cartas marcadas y lo
que virtualmente parece un ejercicio de democracia interna que tanto
enorgullece al presidente del PSOE, se puede convertir solo en un paripé y a
contrapelo de un simulacro de democracia. “Democracia orgánica” en palabras de
un destacado cuadro socialista sevillano.
MODELOS DISTINTOS
Los azares del destino, no
obstante, han colocado frente a frente en estas primarias a dos modelos
distintos de entender el partido socialista y su forma de gestionar los bienes
públicos. (Lo del alcalde de Jun, José Antonio Rodríguez Salas, servirá solo
para testar el comportamiento de las redes sociales en este tipo de procesos,
fundamentalmente entre el electorado y militantes socialistas más jóvenes).
No ha pasado desapercibida,
por ejemplo, las primeras apariciones de los dos grandes candidatos, tanto la
de Susana Díaz como la de Luis Planas. Planas lo hizo en la puerta de una sede
tan poco socialista como el Instituto Internacional San Telmo, una influyente
escuela de negocios con sedes en Sevilla y Málaga. Mientras que Díaz brilló con
luz propia, vestida de blanco y verde, “porque soy bética”, rodeada de la
nomenclatura del socialismo sureño y de lo más granado del Gobierno de Griñán,
entre otros su número dos económico, Antonio Ávila.
Pero al margen de la farfolla
de la puesta en escena de este singular, breve e inesperado proceso, a todas
luces inoportuno para los intereses generales - algo que reconocen incluso sus
socios de IU- no convendría dado el
escaso tiempo para la campañita de las primarias, obviar los
asuntos que debieran clarificar los candidatos. Entendiendo no solo los
referidos a cuestiones domésticas internas del partido, sino especialmente a
aquellas que de verdad interesan a la ciudadanía andaluza.
Una de las primeras
incógnitas a despejar es el planteamiento de futuro entorno a posibles (o
necesarios) pactos o alianzas con IU. Particularmente cuando las encuestas
señalan a la coalición de izquierdas como la única que rentabiliza el desgaste
del bipartidismo en España, junto a UPyD. ¿Significará una muy posible victoria
de Susana Díaz la resignación del PSOE-A a permanecer siempre en manos de IU?
¿Qué fórmulas ofrecerá Díaz, desde su orgullo de considerarse una mujer
aparatista y de partido, para ganarse a ese electorado harto de un caduco
modelo partidista que nos ha conducido a este estercolero generalizado en que
se ha convertido la política española?.
También será bueno conocer de
qué forma, quien gane estas primarias y se disponga a enfilar la carrera para
presidir la Junta, piensa atajar la corrupción en Andalucía. En este caso, amén
de las eternas promesas que nunca se cumplireron, será bueno saber si quien
quiere jugar a futuro, es capaz de reconocer donde están las responsabilidades
políticas del pasado en el caso del fraudes en los Eres. Hasta ahora, muy
pocos, se han atrevido a insinuar los nombres de Viera, Zarrías, Pizarro o
Chaves como autores políticos e intelectuales de una obra que ha derivado en el
thriller de los Eres, con Alaya como
la Srta Marpell, pero con troller.
Bien mirado se percibe cierto
mimetismo entre el comportamiento del PSOE con los nombres de sus caídos y el
del PP con el de Bárcenas y sus gurtelianos.
La transparencia es, sin
duda, otra asignatura pendiente cuyas recetas conviene conocer en este cruce de
caminos de la democracia española y del socialismo andaluz en particular.
Si los candidatos no entran
en estos asuntos a fondo, amén de los referidos a los formalismos partidistas,
difícilmente Pepe Griñán podrá presumir de haber logrado su objetivo de
democratizar su sucesión. Ese es el gran riesgo político que, a día de hoy,
corre el presidente de la Junta de Andalucía y su partido. Que el cambio
generacional suponga más de lo mismo, aunque lleven dnís de los ochenta.
LOS MEJORES C.V.
Susana Díaz es, sin duda, el
mejor currículo del partido. Luis Planas tiene la mejor hoja de servicios del
Consejo de Gobierno. Son dos mundos completamente distintos los que proyectan y
en muchos aspectos distantes. Díaz se siente orgullosa de haber crecido en una
Casa del Pueblo y Planas presume de haber servido a los intereses de Andalucía
en Bruselas y de España en Rabat. También como consejero de Presidencia de
Manuel Chaves. Y ni un escándalo que le haya salpicado ni directa ni
indirectamente en su trayectoria como gestor público socialista.
Planas, se asegura, no
consultó ni con Griñán ni con Chaves su paso al frente en estas primarias. Lo
hizo a posteriori, tras haber tomado la decisión y al tiempo que solicitaba
juego limpio. Algo que le garantizó su, por otra parte, gran amigo Pepe Griñán.
Es por tanto un simplismo calificarle como “la marca blanca” del presidente en
esta contienda. Quien conozca a Planas sabe que no es un tipo de componendas de
este tipo, tiene gran sentido del ridículo y le gusta ser honesto.
Salvo un milagro y no estamos
en tiempo para que caigan tales regalos, Luis Planas no podrá vencer a Susana y
al aparato político y de intereses que la respalda. Siete de los ocho
secretarios generales así lo avalan. Todos menos el de Jaén, el ultimo bastión
orgánico provincial del chavismo vía
Zarrías. Pero su presencia en el mini debate de primarias quizás sirva para
moderar un discurso de Susana Díaz excesivamente pendiente de lo que hace y
dice IU. Esa podría ser la gran aportación de Planas en estos momentos. Claro
que sucederá si se propicia el debate, si los intervinientes se avienen a usar
los medios públicos de la RTVA para debatir ante los andaluces y si el
presidente Griñán cumple su compromiso a favor de la democracia interna y una
activa neutralidad en el proceso. Si todo ello sucede, sea cual sea el resultado,
la ciudadanía lo agradecerá en estos tiempos de tanta oscuridad y confusión.
Si no se dan estas
circunstancias Griñán y el PSOE-A habrán hecho un pan como unas tortas.
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