martes, 20 de noviembre de 2007

ENCUESTA DE "EL MUNDO"

¿Qué opinión tiene ante la querella interpuesta por el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, contra EL MUNDO por publicar la denuncia del presidente de una Caja de Ahorros sobre el espionaje del que estaba siendo objeto?

- ¿Considera de un proceso judicial de esta naturaleza, encabezado por el presidente nacional del PSOE y del presidente de la mayor comunidad, supone una merma para la libertad de expresión?



MIS RESPUESTAS:

1. Conozco a Javier Caraballo, autor de la información causante de la demanda, desde que se inició en la profesión, conmigo y otros compañeros, en Radio Sevilla (SER) hace dos décadas largas. Sé de su talento, su contrastada integridad personal y honradez como periodista comprometido con la Verdad. Mi primera impresión es la de sorpresa amarga al conocer un procedimiento envuelto en extraños e insólitos pasajes jurisdiccionales, cuyas perlas más notables podrían ser un agresivo y sorprendente Auto del juez Antonio Gil Merino, hombre de izquierdas y demócrata de toda la vida, meses antes de su jubilación en la Carrera y la millonaria fianza económica impuesta después por otro juzgador. Una medida cautelar que, de entrada, demuestra que el honor del secretario general del PSOE-A y presidente de la Junta vale mucho más ante estos togados que el de los Príncipes de Asturias, valorado esta semana por un tribunal de Madrid en tres mil Euros. Creo que este procedimiento tiene, de fondo, un preocupante intento de pasarle factura a El Mundo de Andalucía (y a su director) por ser el medio más critico en la última década con los errores del partido que gobierna Andalucía desde 1982. Me consta, además, que esta denuncia ha sido impulsada y mantenida en el tiempo de instrucción, por el propio presidente Manuel Chaves en un intento, me llegó a confesar, de llegar al que consideraba verdadero responsable de un “montaje mafioso” con intereses políticos: Jose Torres Hurtado, delegado del gobierno de Aznar cuando López Benjumea denunció, ante la Policía, que “alguien” seguía de cerca sus diarios movimientos. Desde luego desconozco si la parte de confrontación ( o venganza) política de unos contra otros que tiene este procedimiento judicial, será un atenuante para el Tribunal juzgador a favor de los compañeros Rosell y Caraballo. El sentido común y la confianza en la Justicia invita a pensar que sí.

2. Sinceramente, no solo creo que es un intento de restringir la libertad de expresión, es algo mucho peor: jibarizar el derecho a la información de los ciudadanos. En agosto pasado, tres jueces e la Audiencia de Almería ( Ruiz Rico, Contreras y Espionosa Labella) dictaron un sentencia favorable a Onda Cero, muy clarificadora sobre la colisión de derechos fundamentales como los referidos al honor o la libertad de expresión. La doctrina constitucional y la jurisprudencia del Supremo aportadas centran la cuestión con párrafos como este:

“estaremos ante un reportaje neutral si el medio de comunicación se ha limitado a cumplir su función transmisora de lo dicho por otro, aunque él haya provocado esa información, siempre que no la manipule mediante su artero fraccionamiento en el seno de un reportaje de mayor extensión, interfiriendo en su discurrir con manifestaciones propias, componiéndolo con textos o imágenes cuyo propósito sea, precisamente, quebrar la neutralidad del medio de comunicación respecto de lo trascrito, de suerte que esa información haya dejado de tener su fuente en un tercero, para hacerla suya el medio de comunicación que la reproduce y difunde. Es decir, cuando el medio haya permanecido o no ajeno a la generación de la información. En estos casos el caso de veracidad posee aquí una distinta dimensión. La veracidad exigida no lo es de lo trascrito, sino de la trascripción misma, esto es, la diligencia debida que debe probar el medio consiste, justamente, en la demostración de su neutralidad respecto de lo trascrito. En efecto, el medio de comunicación debe acreditar la conexión material de las declaraciones del tercero con el objeto del reportaje en el que esas declaraciones se integran, así como la ausencia de indicios racionales de falsedad evidente de lo trascrito, para evitar que el reportaje neutro sirva indebidamente a la divulgación de simples rumores o insidias. Pero es indudable que cuando la fuente que proporciona la noticia reúne características objetivas que la hacen fidedigna, seria o fiable, puede no ser más necesaria mayor comprobación que la exactitud o identidad de la fuente, máxime si esta puede mencionarse en la información misma. Si el medio de comunicación cumple con ese deber de diligencia, prueba de su neutralidad, el responsable de cuanto se diga en las declaraciones reproducidas será su autor material, esto es, quien las hace, no quien las reproduce”. Todo un canto al trabajo del mensajero, ese que la política y el poder quieren matar tan a menudo.


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