28 personajes
Paco Robles
Un administrativo sin oficio ni beneficio que se encargó el 28-F de comprar pescado frito para mantener en forma a los encargados del recuento del referéndum, y que hoy dirige el entramado hegemónico del partido que sigue, desde entonces, en el poder. Ese estudiante que dejó los libros cuando habló con Felipe González y que ha llegado a ser alcalde sin haber terminado la carrera, sin haber desempeñado más trabajos que los relacionados con la concejalía que desde entonces ocupa. Ese jubilado que tiene una foto de Felipe en el salón comedor donde siempre está prendida la llama perenne de Canal Sur. La señora que busca novio sexagenario en el programa de Juan y Medio mientras repite que “hoy se vive mejor que nunca”..Paco Robles
El constructor que ya no le da lo que sea al edil falangista de turno. Aquel ciudadano que pudo construir un cuartillo en la azotea porque el alcalde del pueblo le hizo el favor de la vista gorda. Aquí mi señora, que limpia por las tardes en el colegio del pueblo después de hablar con quien tenía que hablar. El droguero que antes vendía la lejía de una en una y que ahora la coloca por lotes.
Ese asesor que maneja el lápiz rojo del urbanismo: recalifica como puedas. El propietario de un coche al que le soplaron que no lo arreglara en el taller de siempre, “porque el dueño se ha presentado por otro partido y no es plan de señalarse yendo por allí”. Un honesto trabajador al que por fin le han arreglado, después de treinta años, el acerado de la plaza que se extiende entre los bloques de pisos de su humilde barriada. El encargado del ambigú del local que ocupa la asociación de vecinos.
El letrista chirigotero que ya no rima con el cierre de Astilleros. El jefe de servicio encargado de convocar el premio a la mejor letra carnavalera sobre Andalucía. Un concejal de la provincia que contrata a las agrupaciones que no son incómodas, sino graciosas. El artista que en vez de transgresión busca refugio en las tablas de los medios públicos de comunicación.
Un poeta que cobra veinte mil duros por leer a Borges en el salón de actos semivacío de la Diputación. El escritor que publica su pestiño por encargo público gracias a su prestigio progre. Ese fotógrafo que busca la miseria del blanco y negro fuera de Andalucía. El periodista que nunca muerde la mano que le da de comer.
El jubilado que sigue pensando que los suyos perdieron la guerra, y que sus herederos triunfan hoy en Andalucía gracias a su voto. Un profesor que enciende la mecha del rencor guerracivilista para hacerle la pelota de forma repugnante al político de turno que puede convertirlo, vía digital, en un desertor de la tiza. El director de instituto que está muy preocupado por la repercusión social de las agresiones a sus compañeros: en la Delegación de Educación le han dicho que pare la marea para no darles argumentos a los fachas, y él lo cumple a rajatabla para conservar el puesto y para aspirar a un puesto de burócrata que lo aleje del ambiente irrespirable de su centro. La madre del AMPA que sigue las directrices del partido después de comprobar cómo ha conseguido su marido un puesto de trabajo.
Un viejo comunista, más rancio que los carteles que reparte para avivar el fantasma de la Guerra Civil, que se deja los nudillos en las puertas de San Telmo para que le abran las puertas de la casa común. Ese andalucista que alquiló las siglas del partido y la memoria de Blas Infante a cambio de una consejería y media. El líder que se fue de su tierra para ocupar un ministerio, y que dejó a su electorado natural en manos de una alcaldesa obsesionada en nadar y guardar la ropa. Un ex ministro mediocre que vino contra su voluntad y que permanece en el sillón del poder mientras Andalucía, la que se levantó el 28 de febrero, acepta en silencio su papel de farolillo rojo.
Son los 28 personajes que explican este 28 de febrero.
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