domingo, 12 de febrero de 2006

ESCENAS DEMOCRATICAS


Por su interés informativo he aquí el artículo que hoy publica Diario de Sevilla y que retrata con precisión el germen de una gran inestabilidad en el seno del PSOE de Sevilla, partido que gobierna la Diputación, el Ayuntamiento, el aparato provincial de la Junta y parte de su Consejo de Gobierno. El proximo 11 y 12 de marzo el PSOE celebrará su Convención Municipal en Sevilla. Vendrá Rodriguez Zapatero y, por lo que me cuentan, viene a beatificar a Sánchez Monteseirín, o sea nombrarle candidato a martir socialista por Sevilla. Le pese a quien le pese y guste o no guste, ya no hay vuelta atrás como algunos pretenden, incluido un prudente Jose Antonio Viera.
El patio no me negarán que está de lo más interesante, al tiempo que empieza a correr la especie nuevamente sobre el candidato del PP en la figura de un Javier Arenas dispuesto a sacrificar su liderazgo regional por salvar Sevilla de la ingobernabilidad de Sánchez Monteseirín.
De momento más facturitas y gente que tiene que dimitir por segunda vez por lo mismo. Mangazos en la Federación de AA VV que un día condecoró al candidato Monteseirín. Red clientelar espantosa que puede acabar haciendo lo que no pudo hacer Franco, acabar con el PSOE.

He aquí el artículo de Diario de Sevilla. Enhorabuena a su autor, del que lamento desconocer su nombre,

"QUIÉN fue aquel que dijo que el polémico caso de las facturas irregulares que brotaron de pronto en el seno del distrito Macarena estaba muerto y enterrado? Habría que recordarle el viejo aserto clásico: "los muertos que vos matáis gozan de muy buena salud". El rebrote de este escándalo político, que condiciona el segundo mandato como alcalde de Alfredo Sánchez Monteseirín, ha sido el conflicto político de la semana para la ciudad oficial. Los hechos son más o menos sencillos: aparecieron nuevas facturas sin justificar en el Consistorio y en la Diputación Provincial, instituciones ambas gobernadas por los socialistas, y el entorno del alcalde –vamos a llamarlo así– optó por filtrar la noticia antes de que el enemigo –hay tantos– lo hiciera. Se intentaba así que el relato de los hechos –que aparecerían en prensa antes o después– fuera algo más amable a sus intereses. El problema es que las consecuencias de esta estrategia de desviar hacia el cuartel de la Puerta de la Carne las responsabilidades por las nuevas facturas han resultado más bien devastadoras para algunos de sus compañeros de partido, con los que, ya es cosa sabida, no hay precisamente demasiada sintonía personal y política. La Ejecutiva del PSOE de Sevilla convive en una suerte de peligrosa pax armada.

Los protagonistas principales de este nuevo affaire político, en el que la oposición cree haber encontrado otra vía más para desgastar al PSOE, son un asesor del presidente de la Diputación, Ángel Cervera, y su mujer, empleada de la Corporación Provincial y, al tiempo, presidenta de la Federación de Vecinos Unidad, Ángeles Nevado. Cervera, que antes ejerció el cargo de coordinador adjunto en el grupo socialista del Ayuntamiento hispalense, tuvo que dimitir de este puesto tras las irregularidades contables surgidas en el distrito Macarena. Su llegada a la Diputación fue la salida honrosa que el partido le ofreció por dar –voluntariamente– el paso de su costosa renuncia. Una práctica que en el seno del socialismo sevillano es no sólo habitual, sino toda una larga tradición. No hay más que ver el organigrama de la Diputación.

La esencia de este escándalo político radica en que la institución provincial concedió subvenciones a la citada entidad vecinal que presidía Ángeles Nevado pero este dinero, dirigido a fomentar el asociacionismo, se destinó a gastos corrientes y se facturó a nombre de una sociedad mercantil cuyo titular es el citado asesor del presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, vicesecretario también del PSOE sevillano. Con independencia del fondo de la cuestión –el uso partidista que se le da al dinero público– lo realmente curioso en toda esta controversia, que el PSOE local califica de mero "error contable", es el papel de una entidad como la federación de las asociaciones vecinales. Porque lo llamativo no es sólo cómo el poder –el PSOE en este caso; el PP en otros; incluso el PA e IU en tiempos pretéritos y lugares dispares– manipula los recursos públicos para manejar voluntades y ganar ciertas adhesiones, acaso para comprar ciertos silencios, sino el lugar en el que quedan unas organizaciones –las asociaciones vecinales– que son el primer escalón del sistema de participación política de la democracia. Las agrupaciones de vecinos, que en los lejanos años de la Transición jugaron en Sevilla un papel esencial para intentar cambiar las cosas en un país que venía de una Dictadura, y donde algunos ciudadanos –entonces ilusionados– creían haber encontrado la manera de opinar y cambiar su entorno más próximo, se han convertido en cáscaras muertas, alimentadas por el presupuesto público y serviles con el político de turno que garantice a sus dirigentes una fórmula fácil y simple de medrar. Por supuesto, existen algunas excepciones: entidades vecinales formadas por gente corriente y ciudadanos comprometidos con sus iguales cuyo único deseo es participar en la vida municipal por los cauces ordinarios. Pero son las menos. La mayoría de estas agrupaciones, en las que radicaría buena parte del poder civil que marca el grado de evolución de una sociedad democrática, son meros actores secundarios que, en esta obra teatral de la democracia, simulan ser independientes, algo así como contrapesos de los dirigentes políticos. Su función consiste esencialmente en fortalecer el statu quo mediante una disidencia retórica de la que, en líneas generales, carecen precisamente por voluntad propia. Toda independencia –vital, profesional, moral– exige sacrificios y esfuerzo. Y sobre todo coherencia. Algo que los responsables de la entidad que en teoría agrupa a todos los vecinos de Sevilla no saben qué es. Los últimos tres presidentes de la federación vecinal han terminado siendo asalariados del PSOE. Desde Juan José Conde, que tuvo que dejar su cargo de confianza en el grupo municipal cuando saltaron a la luz sus actividades inmobiliarias –en el sector de las VPO– al actual edil de Vía Pública, Manuel Gómez Lobo, antecesor de Ángeles Nevado en el puesto de máximo responsable de la federación. Nevado ha dimitido ahora, tras el rebrote de las facturas falsas, de esta entidad. Lo curioso es que fue precisamente el PSOE el que comunicó su renuncia. A veces un simple detalle como éste vale más que mil palabras."

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