domingo, 5 de abril de 2015

INFORMAR SOBRE ALMERÍA

A-92, IDEAL de Almería,
domingo 5 de abril de 2015.



Muchos lectores, oyentes o telespectadores me han preguntado en estos años por qué un periodista como yo, que ni ha nacido en Almería, ni vive en Almeria, ni tiene intereses de ningún tipo en Almería, le dedica tiempo y atención profesional a informar de lo que sucede en la provincia más alejada de la Metrópoli sevillana donde vivo y ejerzo el periodismo. 
La Semana de Pasión ha sido un buen momento para la reflexión -no necesariamente sobre cuestiones de fe- y por ello me permitirán salirme hoy de la habitual crónica puramente informativa para intentar contestar en voz alta a eso que, a muchos, les puede parecer una quijotada ya que no ven, por ningún lado, posibles beneficios económicos, políticos o profesionales. No todo en la vida de un periodista son beneficios, salvo la satisfacción de servir honestamente a los ciudadanos y a la democracia, les suelo responder.
Verán, aparte de que considero Almería una de las provincias más completas, emprendedoras, bella, hospitalaria y rica de Andalucía, siempre me llamó la atención los efectos que una insularidad no deseada ha acarreado sobre esta tierra. Almería, tras casi cuatro décadas de democracia, sigue siendo la provincia más incomunicada de España, tardíamente mejorada con la conclusión de la A-92. Con un aeropuerto a medio gas y con vuelos subvencionados, por no hablar del ferrocarril, que un día tapian los túneles del AVE, otro desisten del soterramiento y, cuando caen más de cuatro gotas, incluso provocan descarrilamientos. Menos mal que la conexión mediterránea por carretera ha permitido en la industria hortofrutícola, la del mármol o en el sector turístico, un crecimiento claramente beneficioso para que crezca el PIB (también la emigración).
Estas históricas carencias, mantener aislada a Almería política y económicamente, siempre creí que no ha sido casualidad y que el linaje político, el que ha gobernado los destinos de España, Andalucia y la provincia de Almería en estas décadas, ha permitido este estado de cosas en detrimento de un crecimiento económico a todas luces descabezado por la inacción de sus dirigentes locales. No en vano, a Almería, la han convertido en algo así como una provincia dormitorio o vacacional, que los políticos han usado a su antojo, como si de una vieja colonia se tratara. De aquí ha salido financiación partidista y, también, ha servido como bolsa de votos para políticos cuneros que, tras ocupar sus escaños, olvidan meses después donde quedaba la Puerta Purchena. Es un decir.

Colonia de Madrid y de Sevilla.

Este colonialismo que, a mi juicio, padece Almería desde hace muchos años, se traduce a nivel local en el funcionamiento de una clase política dirigente que ha estado más interesada en mantener sus propios privilegios de clase  -clan de intereses-, que en resolver los endémicos problemas de la provincia y sus ciudadanos. Y para ello, hace dos décadas largas, se institucionalizó una especie de omertá sistémica entre los dos grandes partidos - PSOE y PP- que han venido repartiéndose los papeles respectivos en el gran teatro de la política almeriense. Esa forma de hacer política ha permitido- está a día de hoy permitiendo- que la calidad de la democracia en Almería deje mucho que desear. Ese poder político, pasteleando entre bambalinas, aunque polemizando en nimias cuestiones en el escenario, ha acumulado tal poder de decisión que ha acabado contaminando gravemente los sistemas de control que un Estado de Derecho se otorga para para que funcione con limpieza y transparencia. Convendrá aclarar, de inmediato, que esa dolencia, desgraciadamente, no es exclusiva solo de Almería, sino de Andalucia y España en su conjunto, pero que en la provincia con menos densidad de población por kilómetro cuadrado, queda amplificada de tal forma que llama poderosamente la atención de quien la observa y la analiza desde fuera. 
Así se entienden las fuertes inversiones económicas, siempre con cargo al presupuesto público, tapando bocas mediáticas - con escasas y dignas excepciones como IDEAL- para que, de puertas afuera, solo salgan aquellas noticias que interesan a quienes se perpetúan en los sillones, controlando hasta el último euro de los presupuestos públicos. Esta circunstancia concreta, la bien regada omertá mediática, ha sido uno de los hechos que siempre me repugnó como periodista, algo que sucede en otras provincias pero con mucho menos descaro e impunidad. Que los políticos acaparen en primera fila, hace unos meses, una concentración en favor de la “libertad de expresión” convocada por periodistas - “Je suis Charlie”- lo dice todo sobre este déficit democrático.

Controlar la Justicia.

Pero hay más. El rancio abolengo político almeriense también intenta controlar otro pilar básico del control de la democracia como es la Justicia y, por ende, todos los instrumentos legales de los que se sirven los tribunales para hacer su trabajo como la Policia, Guardia Civil, Fiscalía, funcionarios etc. Infinidad de procedimientos “políticos” ralentizados o paralizados durante años, - lease Operación Poniente, Halsa,  Rifá, Auditorio etc etc -, son solo un síntoma de la existencia de grietas inquietantes en el edificio judicial almeriense. Bajo el pretexto cierto de la “falta de medios”, Fiscalía y Judicatura, justifican situaciones que, desde luego, no se dan en otras capitales y provincias. Y a los Eres, Formación y Marismas me remito. La plaza de Almería, para muchas togas, ha quedado convertida durante años en tierra de paso y promoción profesional al Olimpo judicial español. Por no hablar de inexplicables o escandalosas decisiones judiciales que, casi siempre, acaban beneficiando a quien en Madrid manda en el Ministerio de Justicia o influye en el CGPJ, ya sea del PSOE (ayer) ya del PP (hoy). Eso sí, cuando un político denuncia a un denunciante, la causa se tramita a una velocidad inusitada, como si de un robagallinas o un traficante de papelinas se tratase. Conclusión: cierta casta, la judicial, al servicio de “la casta”.
Y luego está el mundo de la empresa, los emprendedores, los que crean empleo, los que ven amanecer en sus tajos cada mañana y que con muchos sacrificios intentan mantener sus empresas sin ayudas, acribillados con impuestos o inspecciones. La mayoría indignados en silencio al comprobar como un selecto club de ¿empresarios? suelen aparecer- siempre los mismos y no más de quince- en este o aquel pelotazo económico, normalmente bajo el padrinazgo o en connivencia con la clase política dirigente, sus testaferros o familiares. Y podría seguir con otros estamentos que no escapan al control partidista como la universidad, comunidades de regantes, asociaciones, colegios profesionales, ecologistas de diseño, funcionarios e incluso partidillos que hacen ruido pero siempre dentro de un orden.
Como pueden apreciar un cúmulo de males generales de la democracia muy concentrados territorialmente y, por tanto, muy llamativos en una provincia donde todos conocen a todos. Y esto que cuento, visto desde la distancia, es lo que desde hace años me llamó la atención de Almería. Pero, sobre todo, confirmar como aquí en Sevilla, en la capital política y administrativa de la comunidad autónoma, los políticos de primera fila, han sido y son conocedores de este cúmulo de anormalidades democráticas que no solo han consentido y consienten, si no que se han aprovechado de ellas creyendo que los almerienses son tontos y no se enteran. 

Lo único positivo para romper esta ley de silencio no escrita entre el linaje político dominante almeriense, ha sido la irrupción de Internet, sus redes, medios de comunicación libres y, ahora, opciones políticas no contaminadas - de momento, que ya veremos algunas- que parecen dispuestas a liquidar, gracias al hartazgo, indignación y el voto de los ciudadanos, una lacra que tiene carcomido el sistema democrático en Almería. Por estas razones y no otras me sigue interesando lo que se ve y no quieren que se cuente en el escenario político almeriense. Feliz Resurrección a todos.

2 comentarios:

Gregorio Verdugo dijo...

Grande Pepe, toda una lección magistral de lo que es la esencia del periodismo.

Unknown dijo...

Cada vez que levantas la pluma , aprietas el gatillo, y cada vez que te leo, disparas a dar.
No se cuanto tiempo seguiremos asi, en Almeria no tenemos lo que nos merecemos, tenemos lo que conocemos, lo único que conocemos, humillación, resignación y abandono por desidia
continuada, los síntomas del maltrato son muy parecidos, pues eso, CASTA/JUSTICIA AL 50% Y NO HAY MAS.LO HAS VUELTO A CLAVAR, UNA VEZ MAS, Y ESO DUELE, POR LA VERDAD QUE PREGONAS,

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