En el partido de Juan Ignacio
Zoido, el PP, se sabía con antelación que la Juez Alaya preparaba una
carnicería política mediante un auto de imputación, disfrazado como una
comunicación garantista hacia los aforados implicados en el Caso Eres. Lo
sabían hace tiempo, antes de las vacaciones, de la misma forma que lo sabía confidencialmente José Antonio Griñán, seguramente a través de su fiscal de
cabecera, el titular de Justicia Emilio de Llera, gran conocedor de la Fiscalía
sevillana de donde salió con excedencia para ser consejero. Al presidente
incluso le apuntaron que el temido Auto podría conocerse a finales de julio,
momentos antes de que comenzasen las vacaciones judiciales de agosto. En
aquellos días del mes de junio a Pepe Griñán empezó a cambiársele el semblante.
Así se explica como, de forma
inesperada y sorprendiendo a propios y extraños, Griñán anunció ¡tres años
antes! que no volvería a ser candidato a la Junta. Era la forma elegida para poner
en marcha, de forma urgente, un proceso de relevo con primarias exprés de por
medio, sobrándole incluso doce días de julio.
Por eso Rubalcaba “entendió”
los argumentos de Griñán cuando reservadamente le explicó sus planes y, sobre
todo, los motivos reales para el acelerón sucesorio; por esas razones, no
confesadas públicamente, dio manos libres al presidente andaluz para que
materializase a su forma y manera el proceso de cambio. La irreductible
oposición final a Griñán en el PSOE-A, con Borbolla a la cabeza, parece que no
estaban en posesión de estas inquietantes claves para el partido.
La visita tiempo atrás a
Sevilla de Gonzalo Moliner presidente del CGPJ y de Lorenzo del Rio presidente
del TSJA, con sus advertencias públicas a Alaya, sometieron a la magistrada a
una especie de microondas insufrible. Le metieron más presión de la que ya
estaba soportando, recién salida de una larga baja por una muy dolorosa
enfermedad. Ella, aguantando estoicamente las veladas amenazas públicas de
Moliner, siguió a lo suyo.
Fue en ese contexto cuando la
magistrada decidió acelerar y, de paso, diseñó taponar posibles recursos
futuros de indefensión de unos cuantos aforados, cuyos nombres, como el de José
Antonio Viera, circulan profusamente por la Causa desde hace dos años largos;
señal para muchos de ellos de que estaban siendo investigados por quien
legalmente, Alaya, no podía hacerlo. De todas esas cuitas, reflexiones y
preocupaciones se llegó a tener información, por diversas y discretas fuentes,
en el Palacio de San Telmo. La imputación de Magdalena Álvarez encendió todas
las alarmas jurídicas y políticas. En el arranque de septiembre se sabía que
algo iba a pasar en relación con los Eres; lo que no se sabía era que el temporizador
de la bomba judicial iba a activarse solo con un retraso de tres minutos,
respecto del arranque del primer acto institucional del nuevo gobierno sin Eres.
A los tres minutos
Por tres minutos, solo tres,
ganó la carrera Griñán frente a la escalada de Alaya hasta el pico de la
pirámide de los Eres. (“La pirámide” es una definición hace años de la propia
Juez).
A los tres minutos de
comenzar la presidenta Susana Díaz su discurso, con motivo de la toma de
posesión de su nuevo gobierno, una comunicación urbi et orbe lanzada desde el PP-A a los medios daba cuenta del
contenido del Auto, anunciando las “pre imputaciones” de Griñán, Chaves y cinco
de sus ex consejeros más emblemáticos, convirtiendo la toma de posesión del
Gobierno en todo un funeral institucional, donde destacaba mucho más la rabia y
la impotencia de los dolientes, que el propio dolor por los caídos “en acto de
servicio” que ya eran pasado.
Por cierto, los más
descolocados fueron los de IU, los socios del PSOE en el gobierno, hasta el punto
que condujo a Valderas a improvisar una perogrullada. Que la Juez esté en sus
cosas y que el gobierno, o sea, ellos, a gobernar.
El documento judicial de la
instructora del Caso Eres ha merecido todo tipo de consideraciones en ámbitos
jurídicos. Un documento que para algunos no tiene sentido a estas alturas de la
instrucción, dado que se debiera haber comunicado al principio, cuando empezaron
a saltar los primeros nombres aforados, entonces sí tenia sentido una
advertencia así, aseguran. Hay también quienes apuntan en la estricta
interpretación del Derecho, como el catedrático Miguel Polaíno, que aunque es
un Auto confuso, respeta todo cuanto la legalidad dispone en favor de la
presunción de inocencia de los sospechosos de un delito. En palabras de la
calle: que los mencionados en el Auto debieran estar agradecidos a la Juez por
invitarles a declarar (o auto inculparse) ante su autoridad y de forma
voluntaria, todo para garantizar su legítimo derecho de defensa.
El catedrático socialista
Javier Pérez Royo ha ido más allá y ha acusado pública y claramente a la jueza
de prevaricar en su Auto, “Alaya ha cometido un delito, ha cometido un delito,
ha prevaricado” repitió un par de veces en conversación con Salomón Hachuel en
la SER.
La Fiscalía Anticorrupción,
por su parte, ha decidido estudiar si el contenido del Auto se ajusta a la ley.
Es de suponer que lo avalará finalmente, en tanto que la sintonía de Alaya con
dicha Fiscalía ha sido perfecta hasta ahora en este caso.
Al margen de las
interpretaciones jurídicas, vista la incidencia que esta resolución está teniendo
en la opinión publicada andaluza y en la vida política española, sobre todo el
día y la hora elegidos para hacerlo público, da la razón a quienes sostienen
que existe una sospechosa sincronización de la agenda judicial de los Eres con
la política partidista e institucional del PSOE.
En la ratonera
La habilidosa y astuta
Mercedes Alaya ha logrado meter en una misma ratonera a los más importantes
dirigentes que ha tenido el socialismo andaluz en el último cuarto de siglo.
(Excepto Zarrias y Pizarro) Los ha dejado en una especie de nube jurídica que,
según ellos, les genera indefensión. Y en realidad, qué paradoja, no se les
supone unos ladrones, ni de haber recibido sobres de dinero negro, sino que se
les juzga como políticos y como gobernantes, acertados o equivocados en su
gestión. Encerrados pues en una jaula están todos los aforados, jurídicamente
hablando, en tanto en cuanto ni siquiera les da la opción de presentarse ante
el Supremo o el TSJA, hasta que Alaya no remita la Causa a los respectivos
tribunales. Quedan muchas puntadas por ejecutar en la investigación y no parece
que la juez esté dispuesta a dejarla en barbecho. Manolo Chaves ha dicho que se
siente “indefenso”, al no poder recurrir a la tutela judicial efectiva a la que
tiene derecho. ¿El Auto?, “una imputación mediática” ha dicho la portavoz
socialista Soraya Rodríguez. Los socialistas, es evidente, están a cinco
minutos de pedir la recusación de Alaya.
El polémico auto que acusa
pero no imputa a los ex presidentes de la Junta, – dice la juez que están más
bien como denunciados- que se sustenta en doctrina emanada este verano de la
Audiencia Provincial de Sevilla, ha logrado que el escándalo de los Eres
estalle en toda su plenitud en la capital del Reino, Madrid. Hasta ahora había
llegado rebotado cansinamente desde las TDTs el modus operandi de los golfos, -el
de la coca, la suegra, las comisiones, los seguros, el zulo o los gin tónics- y
un sinfín de comportamientos chuscos y delictivos de los más conocidos
protagonistas del escándalo de los Eres. Al rompeolas de las Españas ha llegado
esta vez la vertiente judicial del caso. Habituados a las exquisitas formas de
Ruz en el Caso Bárcenas, se hablará y mucho de las singulares formas y maneras
que la magistrada Alaya lleva años empleando en este sumario, complejo sí,
parece que con el objetivo final de recuperar el dinero defraudado, objetivo al
que, por cierto, no se le otorga demasiado éxito visto lo visto. Entre otras
cosas, creen casi unánimemente hoy los socialistas andaluces, porque la Sra
Alaya no está instruyendo un sumario con imparcialidad, instruye “una Causa
General contra el PSOE-A”, en palabras de un veterano dirigente.
Publicado en Andaluces Diario, hoy 12 de septiembre de 2013
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