José Luis Rodríguez Zapatero había tomado la decisión en firme y se la había comunicado al propio Manuel Chaves:
-Manolo, quiero que te vengas conmigo, de vicepresidente del Gobierno de España.
El presidente de la Junta, con poco margen para pensárselo, reunió a sus dos más directos colaboradores, Gaspar Zarrías y Luis Pizarro, a los que comunicó la oferta del presidente y su disposición a aceptarla.
La noticia y la reunión tenían, además, un tema a debatir. Decidir la persona que se iba a sentar en el sillón de la Presidencia de la Junta, sustituyendo a quien la había ganado un año antes en las ultimas elecciones autonómicas al frente del PSOE.
Había llegado el momento en el que el presidente tenía que poner sobre la mesa el melón sucesorio, eso que tanto temió desde la inesperada muerte de Alfonso Perales. Pidió nombres de candidatos.
El primero en plantear un nombre sobre la mesa fue Gaspar Zarrías que, con rápidos reflejos, soltó el nombre de Mar Moreno, que Zarrías sabía que era la candidata de Zapatero y oriunda de Jaén, de su Agrupación.
A continuación interviene Luis Pizarro quien, también sin dudarlo, pone por vez primera sobre la mesa el nombre de un nuevo delfín, el de Martín Soler Márquez, su amigo y responsable político de muchas de las cosas que han sucedido en Almería, dentro y fuera del PSOE, en los últimos doce años.
Manuel Chaves se quedó desconcertado, se asegura en fuentes conocedoras de la situación generada. La candidata de Gaspar no era mala, pero Chaves sabía que el partido no iba a aceptarla y le suponía corto recorrido. Y lo de Martín Soler, el culpable político de que sacaran a pasear por vez primera a su hija y a sus hermanos con las piscinas en Telvent y Pulpí en Almería, no le parecía un tipo de fiar, además era un perdedor nato de elecciones. Le soportaba como cuota de su amigo Pizarro, un mal menor en Agricultura donde daba el pego por venir de Almería. Pero la idea de vestirlo de presidente para nada le convencía. Fue cuando sacó el nombre de su candidato, asunto que ya había comentado con Zapatero en espera de hablar “con el partido en Andalucía”.
-Pues yo pienso que el mejor candidato por el que podemos apostar en este momento es Pepe Griñán.
Chaves zanjó la sucesión de un plumazo, de la misma forma que cuando sus dos peones situaron candidatos distintos para Canal Sur, que acabó poniendo a quien le recomendo Pepe Nevado. Lo de quedarse en la reserva Mar Moreno, pero como indiscutida número dos, fue la victoria a medio y largo plazo de Zarrías quien, bajo ningún concepto, quería que Pizarro tutelase la operación sucesoria del partido en Andalucía.
El premio de “consolación” a Martín Soler fue la poderosa y lustrosa Consejería de Innovación, destino que Griñan pretendía para Manuel Recio, al que acabaría nombrado en Empleo en su segundo gobierno.
-Si alguien de Almería debe estar en el gobierno ese es Martín, le diría Pizarro al recién llegado presidente de la Junta cuando formó su primer ejecutivo bajo el síndrome de la muerte del padre. Y así fue, pero...
Pero Griñan, que lógicamente conocía detalles del cenáculo donde se decidió lo suyo, permaneció desde el primer momento en duermevela, alerta y verdaderamente rodeado de leales de su total confianza. Comenzando a percibir que quien había quedado liquidado de la carrera presidencial, sentado en su Gobierno como titular de Innovación, seguía instalado en la hipótesis de llegar cuanto menos a situarse como número dos, tras un presumible desastre en las municipales de 2011, que ya se encargaría el amigo Pizarro de aparcar a Griñan orgánicamente, con todos sus avíos y honores.
Provocar un congreso extraordinario para proclamarse secretario general del partido y contarlo a los cuatro vientos - “yo soy el líder” - fueron signos externos más que evidentes que venían a demostrar que al presidente, de pronto, le entraron enormes prisas por asumir la Secretaría General. Se la estaban jugando y apretó la máquina. Para rematar la operación, la formación de su primer gobierno sin ataduras.
Pero la historia continua a día de hoy y cuando todo parecía que había terminado... parece que continuará.
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