La nueva, inesperada y sorprendente comparecencia ante la policía judicial de un empresario denunciando supuestos delitos de cohecho y tráfico de influencias en Mercasevilla, ha dado un sesgo muy notable al escenario político de este caso que la Justicia investiga desde hace meses en la capital andaluza.
El anuncio de que Manuel Marchena será llamado a declarar por parte de la jueza, Mercedes Alaya, que instruye el Caso Mercasevilla, supone un giro de muchos grados políticos con repercusión directa sobre Alfredo Sánchez Monteseirín, más amigo que compañero, siendo Marchena mano derecha del alcalde, de su absoluta confianza, desde que llegó al cargo. A Marchena se le considera como el más cercano consejero y persona de gran influencia sobre su amigo Alfredo en el ayuntamiento, primero como Gerente de Urbanismo y en este último mandato como máximo responsable de las empresas municipales de Sevilla a través de la Agrupación de Interés Económico (AIE), además de consejero delegado de Emasesa . Una de sus última misiones ha consistido en la puesta en marcha de la televisión municipal en tiempo récord, operación ampliamente criticada desde el PP por su fondo y sus formas. Las formas no son el fuerte de Marchena, llegando a protagonizar sonadas polémicas y escaramuzas cuerpo a cuerpo con algún que otro notable periodista, de igual forma que le arregla problemas a otros. Es un tipo al que todos le reconocen su aceptable habilidad como ejecutor de estrategias, pero sin la suficiente inteligencia política en sus consejos al alcalde, a la vista de como está.
Todo viene a cuento por la irrupción en la escena de un nuevo testigo de cargo contra los gestores municipales de Sevilla en su gran mercado. Se trata del empresario Antonio Pardal, accionista mayoritario de Lorena98, que el pasado lunes dicen que decidió irse voluntariamente a la Policía y denunciar haber sido víctima de la presunta comisión de delitos de cohecho y trafico de influencias, llevándose por delante en su declaración al alcalde, a través de su hombre de confianza Marchena. Pardal ha denunciado, ahora, cosas que empezaron a suceder hace seis años, en 2004, cuando adquirió los derechos de dos parcelas de Mercasevilla que, finalmente, acabarían en manos de Sando, proceso investigado judicialmente.
Pardal ha denunciado presiones por parte de Marchena para que cediese el derecho de las parcelas a cambio de contratos en promociones de VPO. También le habrían ofrecido una ITV, en este caso por parte de un director general de la Junta “que vive en el Pedroso”. O la concesión de la limpieza de las calles por parte de “un chico joven” que iba en nombre de Monteseirín. La declaración de Pardal, que también cita a “un tal Marín” del Distrito Macarena como receptor de unos cuatro millones para el patrocinio del club de jockey del barrio, concluye reconociendo que incluso llegó a reunirse en el ayuntamiento con el alcalde en persona.
Fuentes próximas a Monteseirín confirmaban ayer la existencia de esa visita del empresario al despacho del alcalde en la Plaza Nueva calificándola como “la típica visita institucional de cualquier empresario que quiere ver al alcalde”, negando tajantemente que el motivo de la misma tuviese que ver con Mercasevilla y las polémicas parcelas. Esas mismas fuentes definen este nuevo apretón judicial como “una manipulación política” dado que aparece “de la noche a la mañana y después de cinco años de que supuestamente sucedieran, está claro que se ha buscado el momento político para hacernos más daño”. Aseguran, no obstante, que el alcalde está muy tranquilo porque dice que “no hallarán nada de nada y confía plenamente en Marchena”.
Doctores tiene la jurisprudencia procesal para que analicen, en su momento, la instrucción ortodoxa o no de este sumario que dirige la jueza Mercedes Alaya, investigación que los socialistas no dudan desde hace tiempo en calificar de “politizada” desde el día que la magistrada, en un Auto, se permitió dejar negro sobre blanco consideraciones políticas sobre los tempus de la personación municipal en la causa. Olvidan los socialistas cuando lanzan estas acusaciones que la Fiscalía, habitualmente tachada de servir los intereses políticos del gobierno, en este caso no parece que haya discrepado muchas veces de la actuación de la juez instructora.
Lo cierto y verdad es que, en base a la información en poder de la opinión publica, el Caso Mercasevilla ha salpicado gravemente la imagen de los dirigentes sevillanos del PSOE, los administradores de un granero de votos que llevaron a Zapatero a la Moncloa y mantienen en manos del PSOE la presidencia de la Junta de Andalucía. Recuérdese que todos los imputados o personas bajo sospecha en este caso son militantes socialistas, alguno incluso con rango de director general en la Junta como Antonio Rivas, ex alcalde de Camas, alineado con José Antonio Viera e integrante de la actual mayoría del partido en la provincia frente al bando de Monteseirín y Pepe Caballos, inmerso en su cuarta o quinta resurrección política.
Tenga o no tenga repercusión penal la orden de investigar a Manolo Marchena, sus exquisitos almuerzos y sus reuniones con Pardal, lo cierto es que Zoido, el jefe de la oposición, se ha llevado el gato al agua al cumplirse el pronóstico politico que me avanzó antes del verano pasado: “el caso Mercasevilla llegará más arriba, hasta al despacho de Monteseirín o más, acuérdate de lo que te digo”.
Y en efecto, por la balconada del Arquillo de la Plaza Nueva, cuelgan los titulares de ayer de la prensa anunciando de forma destacada el nuevo Auto de la jueza, de indudable impacto político contra el alcalde al ordenarse investigar a su hombre de máxima confianza, al tiempo que se conocía públicamente el contenido de las graves (aunque tardías) acusaciones del dueño de Lorena98 contra el profesor Marchena, Mellet y la panda del Merca.
Pero lo más llamativo de todo, repito, independientemente de la veracidad de las nuevas acusaciones que deberán demostrarse, es el realismo pinturero y contemporáneo que nos recuerda Pardal al narrar sus vicisitudes a mediados de la década pasada, cuando aún no había crísis y mandaban los príncipes del ladrillo. Aquellos años en los que el dinero agasajaba – y algunas veces compraba- a los políticos en los mejores salones, con los mejores vinos o en las mejores fincas de recreo y con las mejores compañías. Los escenarios, el perfil de los personajes, los restaurantes, los sablazos institucionales para el deporte o la cultura, incluso la forma de explicar como le prometían el oro y el moro de la VPO a cambio de una renuncia administrativa, proyecta un realismo insoportable, sencillamente porque hemos sido testigos en estos años de una forma de gobernar las cosas públicas por personas que las consideraban privadas. Sobre eso precisamente trabajan y mucho decenas de jueces y fiscales en el territorio andaluz últimamente.
Con independencia de las consideraciones penales que finalmente recaigan sobre los imputados, lo único claro que tiene la opinión publica sevillana a día de hoy es que Mercasevilla ha estado gobernado por una panda de sinvergüenzas de tomo y lomo, eso sí, sinvergüenzas con carné en los que el PSOE confiaba y confía.
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