No entiendo muy bien la guasa o crítica utilizada contra el presidente in pectore de la Junta por preferir que todos le llamemos Pepe y no José Antonio. Será porque no entiendo como una persona, por llegar a este o aquel puesto o cargo, por muy relevante que sea, debe renunciar a su nombre habitual con el que se relaciona habitualmente y le conocen desde siempre, para, de la noche a la mañana, pasar a utilizar el que pone en el DNI o en la declaración de la Renta. (Bastante tiene Pepe Griñán con que su nombre completo aparezca en el Boja cada mañana).
Sucede esta bulla cuando a decenas de criaturitas las bautizan con nombres raros que parecen sacados del mundo de Disney o de Crónicas Marcianas. Josua es un clásico, para lo que se oye en esos paritorios.
Comprendo muy bien al futuro presidente en este litigio en el que, como a un servidor, nos asiste el derecho a llamarnos y a que nos llamen como nos de la gana, o sea de la forma a como se nos conoce. Es lo mismo que llamarle Francisco a Curro Romero, es que no nos sale, es que parece que llamarle de la otra manera sería algo así como anular parte de su grandeza como mito del toreo. Curro, casi ná¡. Los que como al futuro presidente tenemos dos nombres, uno publico y otro privado, uno largo y otro corto, cuando nos llaman por el completo o es la compañía del gas, el teléfono, Endesa o Monteseirín. Ya ni siquiera el agente del banco asignado a nuestra cuenta nos llama por el nombre del DNI. Critiquemos al presidente cuando empiece a tomar decisiones, pero censurarle que le guste que le llamen Pepe es para algunos tanto como asumir el descoloque que ha generado su irrupción en la escena política andaluza. Por cierto, es el segundo Pepe que llega a presidir la Junta. Pues no sería mala idea recuperar San José (San Pepe) como festivo el 19 de marzo en Andalucía.
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