domingo, 5 de febrero de 2006

SINDICALISTAS DE PLÁSTICO



-Crónica sin ira de una escena del moderno sindicalismo español en las grandes empresas como RENFE. O como toparse con una mini huelga en las narices, sin comerlo, ni beberlo, ni avisarte.


-Los taquilleros de Atocha improvisan, sin avisar, una huelga de dos horas el viernes día 3 por la tarde, ante doscientos usuarios plantados y desesperados.


-Los huelguistas reían cuando los usuarios les preguntaban por “los servicios mínimos”.


-La Policía tuvo que proteger a la docena de manifestantes de intentos de agresión de airados ciudadanos y sus familias.

-“CCOO ejerce un derecho pisoteando el de los demás” protestaban los usuarios.

Madrid. Estación de Atocha. Viernes 3 de febrero. Seis de la Tarde:
Una docena escasa de taquilleros de RENFE, banderas de CCOO al viento, se manifiestan. Momento Nokia más arriba. El periodista, que luchó junto a gentes de CCOO en el Maresme como Paco Frutos o Miguel Agundez por la libertad y la democracia en los años 70, no puede reprimir captar la instantánea de este nuevo sindicalismo del siglo XXI para ofrecérsela a los visitantes de este blog. Un sindicalismo que ejerce un derecho, pisoteando a traición el de los demás, aseguraban los ciudadanos cabreados ante el cerrojazo a las taquillas la otra tarde en la estación de Atocha en Madrid. Esa tarde la Policía Nacional tuvo que proteger a los manifestantes de intentos de agresión por parte de algunos usuarios a los que, previamente, los taquilleros de RENFE habían provocado con una desesperante huelga de celo de varias horas y con el inicio, sin avisar, de un paro total de las taquillas desde las 18 a las 20, amén de algunos insultos y voces cayendo en la provocación de los más alterados usuarios. Atocha colapsada en hora punta. Mejor, puta hora.

Previamente, cerca de doscientos viajeros, hacían sus colas ante unas taquillas sorprendentemente lentas desde las cinco de la tarde que fue cuando yo llegué. Unos compraban sus billetes, otros intentaban cambiarlos en plena hora punta. Los trenes Ave con 18 vagones y repletos. Los taquilleros ponian el cierre cuando se acababan las plazas y una cola cabreada pero resignada emigraba a otra cola y así varias veces. A las seis menos cinco minutos de la tarde, tres líderes sindicales, chaquetas de cuero negras, recién duchados, aspecto saludable, aparecían en fila tras el mostrador y ordenaban a los taquilleros, uno por uno, que abandonasen su trabajo, algo que hicieron de inmediato. Como si el ordenador les fuera a dar calambre a las seis en punto de la tarde. El largo mostrador quedó desierto en apenas dos minutos. El público que esperaba desde hacia casi una hora ante las taquillas, inició una sonora protesta donde no faltaron los insultos por parte de los más exaltados y cabreados usuarios del ferrocarril. Algún taquillero no dudó al responder también con insultos de grueso calibre al público increpante. Otro taquillero, con cara de gnomo bueno, señalaba a las oficinas de los Jefes de RENFE como el lugar a donde debían ir a protestar los clientes. ¡ A las barricadas! Sí señor, un espectáculo. La gente preguntaba por los servicios mínimos. Los sindicalistas de RENFE se reían. Los guardas de seguridad privada iniciaron el despeje de la sala. Más enfrentamientos. “A mi solo me pone la mano encima la guardia civil o la policía nacional, ud es el tío de la porra, no es nadie. ¿Se entera?” proclamaba una señora de armas tomar a un desaliñado vigilante con camisa del uniforme por fuera y media bragueta abierta. Llega la Policía Nacional, mientras los manifestantes – no más de docena y media- despliegan banderolas de plástico de color rojo con el logo de CCOO en blanco y, acorralados en un pasillo por el público increpante, (momento de la foto/móvil) inician su protesta sin moverse de la baldosa que pisaban y protegidos por la policia. Uno de los manifestantes se encara e insulta a un viajero muy alterado al que acompaña toda su familia, abuela incluida. Con pinta de señor de derechas de toda la vida, el alterado ciudadano acaba queriendo agredir a uno de los taquilleros que le ha llamado “cabrón y facha”. Interviene otra vez la policía para proteger “el derecho constitucional de huelga”. Un joven policía nacional con una exquisita educación y enorme paciencia, logró calmar al señor al que su familia había dejado por imposible hacía rato. “Qué cojones derecho de huelga ni que gaitas, y mi derecho a viajar libremente por España?” bramaba el exaltado ciudadano. (Al que por cierto lograron embarcar en el Ave de las 19 horas, no se si porque tuvo suerte o porque quisieron largarlo cuanto antes de Atocha)

Y en estas que decidí inmortalizar momento sociológico sindical tan sublime con mi teléfono móvil, ese apéndice que nos ha salido a todos y que, a veces, como esta, hasta es de utilidad. Por cierto que a ver si un día de estos rescato de mi archivo fotográfico para la sección “Tal como éramos”, alguna imagen de aquellos sindicalistas que no portaban banderolas de plástico en su lucha contra Franco y el Nacional Sindicalismo. Por cierto, los falangistas del sindicalismo vertical de Franco, también lucían la estética de las pellizas de cuero negras. Como ahora, pero todo lo demás, como pueden apreciar en el “momento Nokia” de plástico. No, y encima tela de antiguos.

Pdata: ¿Qué qué pedían los taquilleros sindicalistas de Atocha en su mini y porculizante huelga ilegal del viernes 3 a las seis de la tarde? Ni puta idea. Nadie nos lo contó.

Pdata 2: La cara que está distorsionada en la foto es la del policía nacional al que propongo como firme candidato al premio Santo Job cuando se instaure.

1 comentario:

Pepe Fernandez dijo...

Gracias y Salud :-)

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