En
la treintañera historia del parlamentarismo andaluz, que se
recuerde, solo una de las tres o cuatro comisiones de investigación
que se han creado, arrojó resultados positivos para los andaluces y por pura chiripa.
Fue en 1986 siendo presidente de la Junta Jose Rodriguez de la
Borbolla y Camoyán. Decidieron comprarle al constructor granadino
Nicolás Osuna el Edificio Presidente, construido frente al inmenso
solar donde se ubica cada año la Feria de Abril de Sevilla y su
portada. Dos mil millones de pesetas por un edificio, feo de narices,
cuya tasación oficial, según aportó la oposición, estaba como
máximo en los 1.200 millones de pesetas. A juicio de comunistas,
andalucistas, populares y Javier Arenas que actuaba entonces desde el
Grupo Mixto, aquellos seiscientos kilos que faltaban habrían ido a
parar a las arcas del PSOE de Andalucía en formato de comisiones al
partido. Porque en aquella época aún se recaudaba para la tesorería
del partido, degenerando muy poco después en el enriquecimiento
personal de unos cuantos, bastantes, que manejaban el cotarro directa
o indirectamente desde las cloacas de la corrupción. Algo que, en
aquellos primeros años de autonomía, no estaba mal visto por los
ciudadanos como ha venido sucediendo hasta hace un par de años
elección tras elección.
Se
creó la comisión de investigación y por allí desfilaron todos.
Incluido un inexperto y políticamente asilvestrado promotor
inmobiliario, Nicolas Osuna García, al que tuvieron que darle clases
previas, en un escenario imaginario de opereta, donde uno que ejercía
el papel “de Felipe Alcaraz” le preguntaba con mala leche, buscando más la provocación que la verdad:
-Sr
Osuna, nos consta que Ud tiene antecedentes penales porque ha estado
en prisión, ¿nos puede explicar los motivos para haber pasado por
el presidio?
Aquellas
preguntas tan incómodas y crueles en sesiones de tarde y noche para
preparar su comparecencia ante la comisión, sin perder el control y
los nervios, fueron verdaderas torturas para el dueño de la sociedad
Inonsa, la que había firmado meses antes, el 17 de noviembre del 86,
la venta del polémico Edificio Presidente. Era la construcción de aquella mole su primera gran
irrupción en el mercado del suelo urbanizable de la capital política
de Andalucía. Estaban llegando los pelotazos inmobiliarios por doquier.
En
la sesión donde se debían aprobar las conclusiones de la segunda
comisión de investigación que creaba el Parlamento de Andalucía
(la primera fue en la etapa de Rafael Escuredo de presidente de la
Junta, a cuenta del caso Uteco y Caja Rural de Jaén) el presidente
Borbolla no hizo caso a lo que unánimemente le proponía la
oposición en bloque: que deshiciera la compra y el dinero volviese a
la caja de la Junta de Andalucía. Y el PSOE en solitario sacó la
aprobación de compra mediante el rodillo de la mayoría que poseía, justificando un supuesto
ahorro en el pago de alquileres de los servicios centrales del
gobierno en Sevilla.
Pero
poco tiempo después, sin avisar y por sorpresa, Borbolla deshizo la
operación con Osuna quien, desde luego, no lo perdió todo en la
polémica y fallida operación.
Nunca
pudo saberse cuantos de esos dos mil millones de pesetas, pudieron
perderse en el hacer y deshacer la operación, en cualquier caso ,
por chiripa, los ciudadanos andaluces pudimos recuperar una inversión
a todas luces desproporcionada y con un fuerte olor a chamusquina del
por aquí te quiero ver.
Borbolla
estuvo ágil, fue capaz de negociar hábilmente con Osuna gracias a
los buenos oficios de su vicepresidente Jose Miguel Salinas. Y acabó
sorprendiendo a todos haciendo justo lo que en la Comisión le habían
pedido todos los grupos, todos excepto el PSOE que quedó como la
chata tras la renuncia gubernamental al edificio.
Y los EREs
Más
o menos como le acaba de suceder ahora, al finiquitarse formalmente
los “trabajos” de la Comisión del escándalo de los Eres en el
Parlamento de Andalucía.
Esta
vez con la agravante de que su socio de gobierno, Diego Valderas con
IUCA, ha sido el que ha retirado la escalera al PSOE-A, dejando a
Pepe Griñán con la brocha en la mano y con una inmensa sensación
de bochorno y espantoso ridículo, ante "el fiasco" resultante, según propia definición del presidente.
Nadie
se explica tanta torpeza en una dirección socialista, liderada por
Griñán, y flanqueado por dos “águilas” como Mario Jiménez y
Susana Diaz. Salvo que uno repare y busque la explicación en las
tensiones familiares que desde hace muchos meses se percibe en lo
más alto del PSOE de Andalucía. Tensiones que confirman en la
actualidad un enfrentamiento abierto entre quienes han gobernado el
partido durante dos décadas y consideran que Griñan no tiene
derecho a hacer las cosas de forma distinta a como ellos las hicieron. Y al frente de los rebeldes,
en un papel solapado pero que se nota, se siente, Manolo Chaves, diputado de
a pié y con tiempo suficiente para hablar con los tirios de los troyanos del
sur. Miren lo de Cádiz, todo un Carnaval adelantado al mes de los muertos.
Que
Griñán no haya aceptado elevar las más que evidentes responsabilidades políticas hasta
dos miembros del gobierno de Chaves - Viera y Fernández- forma parte
de un pacto al que llegaron hace meses las facciones en litigio con
la intermediación de Alfredo Pérez Rubalcaba. Griñán, en el
ejercicio de equilibrismo que le caracteriza como presidente federal del
PSOE, admitió entonces tragarse ese inmenso sapo, aún imaginando que
Valderas no le iba a acompañar en el fatídico desayuno. Al final,
visto lo visto, el presidente ha preferido apechugar con un
espectáculo público bochornoso a abrir aún más la brecha que le
separa de los nostálgicos del chavismo, de "sus mayores". El sabrá por qué lo ha
hecho. Habrá medido, sin duda, las consecuencias políticas.
1 comentario:
los politicos por encima de la ley...
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