Aparentemente todo ha quedado en paz y
armonía, pero las apariencias engañan, máxime cuando se escuchan o
leen algunas declaraciones tras la última reunión de la dirección
federal socialista en Madrid.
Pepe Griñán, secretario general del
PSOE-A, dice que salió satisfecho de la difícil cumbre de Ferraz.
Había cumplido su objetivo, el partido respalda total y
unánimemente la posición de Andalucía en el debate territorial que
se avecina.
Porque, según el más destacado líder institucional del PSOE, la
última batalla sicológica, fundamentalmente librada mediante
declaraciones públicas, no tenía un objetivo personal ni mucho
menos. El dice estar satisfecho con lo que hace y lleva entre las
manos, -presidente de la Junta, del PSOE y SG del PSOE-A- y para nada
dice haberse planteado sustituir a Rubalcaba en la Secretaría
General del partido. O sea, irse a Madrid en plan Cospedal. (Algo que
la bola de cristal de Pepote Rodríguez de la Borbolla parece
que daba por hecho de antemano).
Si el presidente andaluz dice verdad en
cuanto a sus verdaderas intenciones en estos días pasados, parece
más que evidente que sus viejos amigos y compañeros, como Manolo
Chaves, no le conocen de verdad, no dialogan entre sí o simplemente
han querido desgastarle o castigarle en su imagen a propósito de una
operación con la que el jefe del socialismo andaluz parece que ha
querido decir:
-“Eh, que estamos aquí y somos el
25% del partido. Así que cuidadito con Andalucía”.
Un Chaves serio y circunspecto, en los
pasillos del Congreso, con el cejo fruncido, hizo unas
manifestaciones ayer en las que recomendaba a Griñán “y al PSOE
de Andalucía” que salieran al paso y manifestasen en estos
momentos su apoyo a Rubalcaba y su dirección federal. Unas
declaraciones tras las que subyace, digan lo que digan, la idea de
que Griñán no ha dejado suficiente claro su apoyo al actual
secretario general del partido. ¿O quizás el mensaje era más
exactamente para Susana Díaz y Mario Jiménez, eufemísticamente
denominados por Chaves como “el PSOE de Andalucía?
Veamos que está pasando aquí y para
ello convendrá retrotraerse al último congreso regional socialista,
en el que el griñanismo laminó, literalmente, al 30% del
partido. En esa selecta minoría se encuadraron, casual y
oportunamente, quienes condujeron los destinos del partido durante
dos décadas con Manuel Chaves, Luis Pizarro y Gaspar Zarrías como
mascarones de proa de la flota de los denominados actualmente como
“Los Monárquicos”. (“Se creen que el partido se hereda, como
los tronos”, afirman los griñanistas).
Con motivo del congreso federal de
Sevilla, Pepe Griñán le dijo a Pérez Rubalcaba que, por su parte,
tenía las manos libres para hacer la dirección que considerase
oportuna. Griñán, cuyo equipo había jugado a favor de Carme
Chacón, entendió que el nuevo SG debía formar la dirección que
considerase más idónea para la etapa que se avecinaba.Tanto uno
como otro, Rubalcaba y Griñán, presumen en público de la lealtad
mutua que se vienen dispensando.
Zarrías, verso suelto de Chaves.
Pero en la confección de la nueva
ejecutiva resultó que Gaspar Zarrías, hombre de Manolo Chaves, se
acabó situando como número cuatro del partido, tras Elena
Valenciano y Oscar López. El máximo dirigente socialista andaluz en
la dirección de Ferraz resultaba ser uno de los hombres que más ha
trabajado, internamente, para socavar la autoridad de Griñán en el
PSOE-A. La pirula de la agrupación de Jaén en el último congreso
regional fue la gota de agua que iba a colmar un vaso que, esperaría
el momento oportuno, para derramarse sobre la mesa. La crisis
motivada por el desastre electoral de Galicia y Pais Vasco, fue el
momento elegido por Griñán para hacerse valer ante el partido.
-“Si hoy Pepe Griñán no
estuviera al frente de la Junta- asegura
un amigo del presidente- los socialistas españoles
estábamos jugando al Monopoly, con estampitas y sin tocar balón”.
Ese es el principal valor político de Pepe Griñan en estos
momentos, ser el único referente de gobierno potente que tiene el
PSOE en todo el Estado.
Pero el político andaluz tiene otra
baza en su mochila que quizás sea de mucha mayor utilidad en
posibles escenarios políticos de futuro. Me refiero a la
experiencia que está acumulando Griñán a la hora de entenderse y
trabajar junto a IU. Haber llegado a elaborar unos presupuestos del
bipartito, sin que se recurriese a los extintores, no es una buena
noticia para quienes en San Fernando, sede del PP andaluz, albergaban
la esperanza de que saltase por los aires el gobierno de Griñán y
Valderas. Para colmo, la severa migraña que padece la Juez Alaya,
la ha conducido al hospital, suceso que hace prever un enfriamiento
del sumario del escándalo del Caso Eres, el
gran bocado que le está permitiendo “vivir” al PP en los medios
desde hace más de un año.
La experiencia de la izquierda en
Andalucía, la última esperanza que le queda a un electorado que
difícilmente votará al PP, está siendo observada con lupa desde
muchos rincones. De ahí que los presupuestos que hoy ha aprobado el
gobierno de la Junta para 2013, deban ser analizados en profundidad
para encontrar las verdaderas diferencias con los de un gobierno de
la derecha.
Griñan ha sacado la tarjeta cuando
queda una prórroga del partido, las catalanas, el 25 de noviembre.
Este mes. El aviso está dado. Ha impuesto que el PSOE esté pro
activo en defensa de los intereses de Andalucia en la nueva España
“de las dos velocidades”, “no volver al 27F”, pero también
ha dejado dicho en Ferraz que el PSOE-A no puede estar representado
por alguien, Gaspar Zarrías, dedicado desde hace tiempo a bombardear
a Pepe Griñán en Andalucía.
Se entiende mucho mejor al airado
Manolo Chaves cuando sugería a Griñán y “al PSOE de Andalucía”
que salieran en defensa de Alfredo Perez Rubalcaba y de la dirección
federal del partido. En realidad, por vez primera en muchos años,
Chaves ve peligrar su capacidad de influencia en Ferraz.